miércoles, 16 de mayo de 2012

Entrevista virtual a Manuel Castell (chiqui) y "La ciudad multicultural" por Manuel Castells y Jordi Borja.

La entrevista virtual es un recorrido dialogado por los temas esenciales de la obra de Castells. Al hilo de sus fragmentos más significativos, podemos acercarnos -de forma concisa y amena- a una comprensión general de su pensamiento • Movimientos urbanos • Tecnología y capitalismo • Nueva Economía y Globalización • Internet • Consideraciones de actualidad Movimientos Urbanos Su trabajo estuvo centrado en un principio en la sociedad civil y los movimientos populares que la constituyen, en relación con la moderna realidad urbana. En este sentido, de su amplia producción en esta etapa destaca su libro Movimientos sociales urbanos, donde analizaba diversos movimientos populares urbanos (grassroot movements), desde los comuneros castellanos del siglo XV hasta las planificaciones de barrios obreros realizadas en los años sesenta, en plena era del desarrollismo. Mas adelante, en La Cuestión Urbana, trata de proveer de herramientas de análisis, que luego puedan convertirse en corrientes y movimientos sociales transformadores. ¿Porque el interés en la vida urbana en sus primeras obras?. Las ciudades son sin duda el lugar privilegiado donde aparecen los movimientos sociales y donde se define nuestra forma de vida a finales del siglo XX, pero también donde aparecen muchas de las contradicciones y problemas fundamentales. La mayoría de las sociedades civiles se han constituido históricamente a partir de una multiplicidad de etnias y culturas que han resistido generalmente las presiones burocráticas hacia la normalización cultural y la limpieza étnica. Incluso en sociedades homogéneas, las diferencias culturales regionales marcan territorialmente tradiciones y formas de vida específicas, que se reflejan en patrones de comportamiento diversos y, a veces, en tensiones y conflictos interculturales. La gestión de dichas tensiones, la construcción de la convivencia en el respeto de la diferencia son algunos de los retos más importantes que han tenido y tienen todas las sociedades. Y la expresión concentrada de esa diversidad cultural, de las tensiones consiguientes y de la riqueza de posibilidades que también encierra la diversidad se da preferentemente en las ciudades, receptáculo y crisol de culturas, que se combinan en la construcción de un proyecto ciudadano común. A partir de esta preocupación social por el fenómeno urbano, y la importancia de la gestión local en el desarrollo urbano de la era de la globalización se publica Local y global, que si bien su objeto de estudio se refiere contexto norteamericano su análisis se puede englobar a casi todas las sociedades urbanas del fin de Siglo. Claro. Lo que pasa es los últimos años del siglo XX, la globalización de la economía y la aceleración del proceso de urbanización han incrementado aún mas la pluralidad étnica y cultural de las ciudades, a través de procesos de migraciones, nacionales a internacionales, que conducen a la interpenetración de poblaciones y formas de vida dispares en el espacio de las principales áreas metropolitanas del mundo. Lo global se localiza mediante los desplazamientos humanos provocados por la destrucción de viejas formas productivas y la creación de nuevos centros de actividad. Lo que trato de analizar es el proceso de formación de la ciudad multicultural en sus nuevas manifestaciones y sobre todo las consecuencias de esa diversidad para la ordenación espacial de las ciudades. En este sentido, es claro que las minorías étnicas sufren discriminación económica, institucional y cultural, que suele tener como consecuencia su segregación en el espacio de la ciudad. La desigualdad en el ingreso y las prácticas discriminatorias en el mercado de vivienda conducen a la concentración desproporcionada de minorías étnicas en determinadas zonas urbanas al interior de las áreas metropolitanas. Por otro lado, la reacción defensiva y la especificidad cultural refuerzan el patrón de segregación espacial, en la medida en que cada grupo étnico tiende a utilizar su concentración en barrios como forma de protección, ayuda mutua y afirmación de su especificidad. Se produce así un doble proceso de segregación urbana: por un lado, de las minorías étnicas con respecto al grupo étnico dominante; por otro lado, de las distintas minorías étnicas entre ellas. Inevitablemente, esa concentración espacial de minorías étnicas desfavorecidas conduce a crear verdaderos agujeros negros de la estructura social urbana, en los que se refuerzan mutuamente la pobreza, el deterioro de la vivienda y los servicios urbanos, los bajos niveles de ocupación, la falta de oportunidades profesionales y la criminalidad. Finalmente, la geometría variable de la nueva economía mundial y la intensificación del fenómeno migratorio, tanto rural-urbano como internacional, han generado una nueva categoría de población, entre rural, urbana y metropolitana: población flotante que se desplaza con los flujos económicos y según la permisividad de las instituciones, en busca de su supervivencia, con temporalidades y espacialidades variables, según los países y las circunstancias. Las nuevas tecnologías En un momento de su carrera y contando ya con amplio reconocimiento en los círculos universitarios europeos, da el salto y se establece en Norteamérica después de una década de cátedra en Paris. Yo era profesor de Sociología en la Universidad de París, en la Escuela de Altos Estudios, hasta 1979. Ese año, la Universidad de California, Berkeley me ofrece la cátedra de sociología con la doble vertiente de sociología y planificación. Yo ya conocía Berkeley, había estado varias veces allí como profesor visitante en distintas universidades americanas, pero, en ese momento, mucho más metido en la sociedad californiana, descubro todo lo que representaba como cambio social Silicon Valley, la cultura en torno a Silicon Valley. Muchos de mis amigos son protagonistas de lo que está sucediendo allí, conozco a la gente que en ese momento estaba empezando a montar Sun Microsystems. Y observo que muchas de las categorías con las que funcionábamos en Francia, en España, en América Latina, con la que yo había tenido mucha más relación, estaban quedando obsoletas por el nuevo tipo de tecnología, economía, sociedad, cultura que se estaba generando a partir de ahí. No quiero decir con ello que todo iba a ser como Silicon Valley, sino que el impacto era tal como el que pudo representar la Revolución Industrial Inglesa en el siglo XIX sobre el resto del mundo. En esta nueva etapa de su estudio de los Movimientos Sociales, se introduce en el estudio del impacto de las nuevas tecnologías que van a revolucionar la realidad urbana. En este contexto, estudia la renovación industrial de las grandes ciudades a través de los nuevos centros y parques tecnológicos (Las tecnópolis del mundo), pero es en La ciudad Informacional donde se profundiza en el papel de las nuevas tecnologías de la información en el desarrollo de una nueva forma de economía. Es claro que en este libro se intenta analizar la relación existente entre las nuevas tecnologías de la información y los procesos urbanos y regionales en el amplio contexto de la transformación histórica dentro de la cual emergen y se desarrollan dichas tecnologías. Lo que intentaba reseñar aquí es el surgimiento de un nuevo modelo de organización socio-técnica que denomino modo de desarrollo informacional, así como en la reestructuración del capitalismo como matriz fundamental de la organización económica en la sociedad occidental. Este nuevo paradigma se basa en el conjunto de cambios que sustituyen el capitalismo como sistema social, por el informacionalismo. Obviamente se trata de un paradigma de desarrollo en el cual la información substituye a la mano de obra como factor determinante (no único) en los procesos de producción, estableciendo así la importancia de las tecnologías de la información como poderosos instrumentos de trabajo. En este sentido, intento desmentir el hecho que el paso a un modelo de desarrollo informacional conlleve la caída del capitalismo. El capitalismo es un modo de producción, y por lo tanto hace referencia a una escala muy diferente a la del informacionalismo, que es un modelo de desarrollo. Si bien ambas estructuras están interrelacionadas, y que a veces se pueden dar de forma simultánea un cambio en el modo de producción y en el modelo de desarrollo; afirmo también que en este caso lo que se ha dado únicamente ha sido el cambio a un nuevo modelo de desarrollo, y en lo que concierne al modo de producción, éste ha sufrido una reestructuración, y no un proceso de substitución. Esta reestructuración del capitalismo, opera sobre la base de tres aspectos principales: • La apropiación por parte del capital de mayor excedente procedente de los procesos de producción. • Un cambio sustancial en el modelo de intervención estatal, poniendo énfasis en el dominio político y la acumulación del capital, en detrimento de la legitimación política y la redistribución social; y • La internacionalización acelerada de todos los procesos económicos, para incrementar la rentabilidad y para abrir mercados por medio de la expansión del sistema. Estos cambios se ven reflejados en una sociedad en la que las diferencias entre grupos sociales se tornan cada vez mayores y en la que el estado del bienestar pierde progresivamente su papel redistribuidor. Una sociedad fragmentada socialmente a escala internacional, con diferencias entre países y entre grupos en el interior incluso de las naciones más desarrolladas. Una vez visto el impacto que la Nueva Economía tiene en la ordenación urbana, queda saber si las ciudades tienen algún papel en medio de esta transformación histórica, no sólo en términos ideológicos, sino en términos de realidad social. Mi tesis general, es que las ciudades son claves tanto como productoras de los procesos de generación de riqueza en el nuevo tipo de economía, como productoras de la capacidad social de corregir los efectos desintegradores y destructores de una economía de redes sin ninguna referencia a valores sociales más amplios, más colectivos o no medibles en el mercado, como por ejemplo la conservación de la naturaleza o la identidad cultural. Dentro del primer aspecto, La ciudad de la Nueva Economía representa el medio de innovación tecnológica y empresarial más importante, y es esencial porque, a través de la sinergía que genera, de las redes de empresas, de innovaciones, de capital, atraen continuamente los dos elementos claves del sistema de innovación, que son la capacidad de innovación, es decir, talento, personas con conocimiento e ideas, y atraen capital, sobretodo capital riesgo, que es el capital que permite la innovación. Nueva Economía y Globalización La culminación de ambas etapas es su momumental obra La Era de la Información, en tres volúmenes ¬La sociedad red, El poder de la identidad y Fin de milenio (Alianza, 1997, 1998, 1998)-, un esfuerzo titánico de doce años de investigación donde recorre todos los aspectos de la nueva sociedad tecnológica, entre los que tiene capital importancia una economía global. Mi posicionamiento en este sentido es que estamos en una nueva economía que a mi juicio está organizada por la interrelación de tres grandes características: En primer lugar añade valor, genera productividad y consigue competitividad, esencialmente sobre la base de información y de conocimiento combinado con una capacidad de procesamiento sin precedentes, en términos de velocidad y complejidad, gracias a nuevas tecnologías de información y nuevas tecnologías de red. Por otro lado, se trata de una Economía Globalizada. Con esto no quiero decir que sea una economía simplemente internacionalizada, pues ésta existe desde hace mucho tiempo, sino una economía en la que las actividades centrales, las actividades estratégicas tienen la capacidad de funcionar en tiempo real, como una unidad, en ámbito planetario. Una vez mas, gracias a las tecnologías de la información. Es globalizada, pero ello no quiere decir que todo el mundo esté integrado en esa economía global. Es una economía altamente segmentada que funciona por conexión y desconexión de aquellas áreas o actividades que valen y que no valen en cada momento. Finalmente, la empresa en la sociedad de la información es una "Empresa-red". Esto quiere decir que las grandes empresas se han descentralizado en los últimos años constituyendo unidades cada vez más autónomas e independientes. Las pequeñas y medianas empresas son competitivas, dinámicas y flexibles, pero sólo si articulan sus recursos en redes de colaboración. Esto nos muestra una organización económica basada en redes de redes de redes: Los mercados financieros son como un autómata que nadie puede controlar, ya que funcionan por redes de flujos de capital aleatorios. Los mercados pueden comprenderse, pero las redes informáticas hacen que otras redes interactúen. Los mercados se mueven también por turbulencias informáticas e informativas, lo que a veces crea una incertidumbre política y sociológica que no se puede atajar al momento. Así planteado el fenómeno de la nueva economía y la Globalización, parece que es necesario que haya un consenso mundial en seguir este modelo, cuando en realidad se puede observar los grandes desajustes económicos y sociales que todo esto esta provocando y que lleva denunciando por largo tiempo el movimiento antiglobalización. Lo que en realidad existe, como se puso de manifiesto en el Foro de Davos de 1999, es que hay consenso en que el proceso de globalización se está desarrollando de forma irresponsable, esto es, sin que nadie tenga control o responsabilidad sobre el mismo, y esto mismo hace que estemos hablando de un fenómeno imparable. No debemos olvidar que para los Gobiernos y el Capital aunque sería deseable controlar la globalización, esto no se puede hacer sin quebrar el mercado, sin resucitar la excesiva intervención gubernamental y sin espantar a los innovadores, que crean la tecnología, y a los inversores, que ponen el dinero. Mientras estas sean las reglas del juego, parece que hay que instalarse en la volatilidad financiera y en la inestabilidad económica, y aprender a vivir en ese mundo incierto y arriesgado, pero creativo y con potencial de ganancia. Con respecto al drama humano que para cientos de millones de seres representa la Globalización éste es el principal mérito del movimiento antiglobalización: el haber puesto sobre el tapete del debate social y político lo que se presentaba como vía única e indiscutible del progreso de la humanidad. El problema para ese horizonte luminoso es que las sociedades no son entes sumisos susceptibles de programación. La gente vive y reacciona con lo que va percibiendo y, en general, desconfía de los políticos cuando se plantea una globalización sin representación. Y, cuando no se encuentran cauces de información y de participación, se sale a la calle. Así, frente a la pérdida de control social y político sobre un sistema de decisión globalizado que actúa sobre un mundo globalizado, surge el movimiento antiglobalización, comunicado y organizado por Internet, centrado en protestas simbólicas que se proyectan en los tiempos y espacios donde se reúnen los decisores de la globalización, utilizando sus mismos cauces de comunicación con la sociedad: los medios informativos, en donde una imagen vale más que mil ponencias. Hablando de los desajustes inherentes a la nueva economía ¿se podría culpar al empleo masivo de tecnologías de la información de la pérdida de puestos de trabajo que vemos se produce en varios países? Las nuevas tecnologías ni crean ni destruyen empleo: lo transforman, dependiendo de la forma en que se usan en las empresas. Las dos economías más tecnológicamente avanzadas del mundo, con diferencia, Japón y Estados Unidos, han tenido las tasas más bajas de paro: 3,2% en Japón y 5,1% en Estados Unidos en estos últimos años. El desempleo europeo es el resultado del desfase entre la creciente interdependencia económica en un sistema global y las condiciones europeas de estabilidad del trabajo y protección social. Es bastante claro que no se puede jugar en el mismo campo y al mismo juego con reglas de juego diferentes: La integración económica global, con condiciones de productividad similares, tiende a igualar a la baja las condiciones sociales y salariales. Así, las empresas europeas, enfrentadas con costos laborables más altos que sus competidores, tienden a introducir tecnología para eliminar trabajo. Esto quiere decir que los trabajadores no tienen otro remedio que aceptar los postulados neo-liberales de la globalización y resignarse al retroceso de conquistas sociales y poder de negociación salarial. No necesariamente. El extraordinario desarrollo tecnológico puede permitir, a la vez, más ganancia para las empresas y mejores condiciones para los trabajadores: la cuadratura de ese círculo se llama productividad. Pero la elaboración de un nuevo modelo de crecimiento económico y reparto social debe partir del reconocimiento de donde están los problemas y de la movilización para plantear, negociar y obtener soluciones. Es aquí donde, a pesar de su pérdida de protagonismo, aparecen los sindicatos, los principales instrumentos con que cuentan los trabajadores, y la población en general, para la defensa de sus derechos. El problema es que en los actuales modelos de gestión, la flexibilidad y productividad obligan a que la negociación de las condiciones de trabajo, empleo, sueldo y protección social sean cada vez mas individualizadas. Para ello, la organización de los trabajadores debe ser igualmente descentralizada y reticular, debe utilizar formas organizativas en línea telecomunicada interactiva, y sobre todo, debe disponer de información. Los sindicatos no pueden negociar en el marco de la empresa, ya que ésta acabará desarticulándolos. Sólo pueden sobrevivir, y con ellos la defensa de los derechos de los trabajadores, planteando un debate social y político sobre las nuevas formas de organización económica, social y política, buscando un modelo que garantice la conexión entre productividad, competitividad, reparto de la riqueza y bienestar social en las nuevas condiciones tecnológicas. Quizá por eso, y en busca de un contrapeso a la dominación de las fuerzas del capital en nuestras sociedades, Europa llega al fin de milenio gobernada casi en su mayoría por partidos que se autodenominan de izquierda. Es claro que las amenazas de la globalización, la incertidumbre sobre el Estado de bienestar, la persistencia del paro, la inseguridad del empleo, han sido decisivos para que los ciudadanos europeos opten por los partidos que ofrecen un contrapeso político a las fuerzas del mercado. Se vislumbra una tendencia hacia la opción socialdemócrata para gestionar políticamente la globalización económica y la transición tecnológica cuando el mundo parece encaminarse hacia una grave crisis económica. Pero no debemos olvidar que casi todos estos Gobiernos son de coalición porque sólo una amplia gama de opciones recibe el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Ahora bien, la izquierda sólo puede gobernar si asume la gestión de la globalización (impulsar el euro, reformar la Unión Europea y crear empleo). La competitividad y productividad de las economías europeas pasan por reformas inaplazables que la izquierda fin de milenio parece dispuesta a emprender preservando sobre bases estables lo esencial del Estado de bienestar y de los derechos de los trabajadores. Pero nada de esto será factible si la izquierda no consigue relegitimar a la clase política en su conjunto. Los ciudadanos europeos son cada vez más escépticos con la política y más negativos con los políticos. Sólo la confianza del ciudadano puede dar el margen necesario para abordar las reformas que permitan la gestión política de la globalización, como alternativa a la adaptación incondicional a un capitalismo cada vez más salvaje. Internet En su discurso aparece de forma recurrente la idea de la utilidad de disponer de conocimiento e información tanto de forma individual como para el proceso de producción en la nueva economía. En este sentido, en La Galaxia Internet, su último libro, se pone énfasis en la utilización de Internet como herramienta potencial de aprendizaje y libre comunicación. Parto de la base de que Internet ya forma parte del tejido de nuestras vidas en este momento, en principio se trata simplemente de un reciente avance tecnológico, pero es mucho más que una tecnología. Es un medio de comunicación, de interacción y de organización social y esta obteniendo unas cuotas de penetración en nuestras sociedades verdaderamente espectaculares: En todo el planeta los núcleos consolidados de dirección económica, política y cultural estarán también integrados en Internet, lo que significa que Internet es ya y será aún más el medio de comunicación y de relación esencial sobre el que se basa una nueva forma de sociedad que ya vivimos, que es lo que he llamado la 'sociedad red'. Contra los que arguyen que Internet es un invento de uso empresarial o que fue ideada para aplicaciones militares, es necesario poner énfasis en que se trata de un instrumento de comunicación libre, creado por gente y sectores innovadores que querían que fuera un instrumento de comunicación libre: • Internet nunca tuvo aplicación militar, pero si financiación. Los científicos universitarios utilizaron para sus estudios informáticos y su creación de redes tecnológicas. A ellos se añadió la cultura de los movimientos libertarios, contestatarios, que buscaban en ello un instrumento de liberación y de autonomía respecto al Estado y a las grandes empresas. Veinticinco años más tarde, el mundo empresarial se encargó de dar el salto entre Internet y la sociedad. • Internet se desarrolla a partir de una arquitectura informática abierta y de libre acceso desde el principio. Los protocolos centrales de Internet TCP/IP, se distribuyen gratuitamente y a cuya fuente de código tiene acceso cualquier tipo de investigador o tecnólogo. • Los productores de la tecnología y aplicaciones de Internet fueron fundamentalmente sus usuarios, que desarrollaron aplicaciones centrales como el correo electrónico o el World Wide Web. • En contra de la muy difundida opinión de que Internet es una creación norteamericana, Internet se desarrolla desde el principio a partir de una red internacional de científicos y técnicos americanos, británicos, franceses, etc. • Desde el principio Internet se autogestiona, de forma informal, por una serie de personalidades que se ocupan del desarrollo de Internet sin que el Gobierno se meta demasiado con ellos, es la sociedad de carácter privado ICANN, que elige su consejo de administración por votación global de listas abiertas, entre cualquier persona que se quiera apuntar a ICANN mediante correo electrónico (Hoy día 165.000 personas de todo el mundo). • Una última observación sería que el acceso a los códigos de Internet, el acceso a los códigos del software que gobierna Internet, es, ha sido y sigue siendo abierto (TCP/IP, USENET, WWW, Apache, Linux…). De su exposición se desprende que Internet es un mundo extraordinario, de libertad, de desarrollo, en el que todo el mundo se quiere, en el que todo el mundo está en comunidad, si bien se han producido cierta alarma social que concluye en que Internet aliena, aísla, e incluso lleva a la depresión. En este sentido, mi reflexión es que Internet es un instrumento que desarrolla pero no cambia los comportamientos, sino que los comportamientos se apropian de Internet y, por tanto, se amplifican y se potencian a partir de lo que son. Las relaciones en Internet no son excluyentes: Las comunidades físicas tienen unas determinadas relaciones y las comunidades virtuales tienen otro tipo de lógica y otro tipo de relaciones que saltan por encima de los límites físicos de lo cotidiano creando redes de afinidades. Se puede establecer que Internet es apta para desarrollar lazos débiles, para crear lazos débiles, pero no es apta para crear lazos fuertes, si bien es excelente para continuar y reforzar los lazos fuertes de relación. Otro aspecto del uso de Internet es que la mayor parte de movimientos sociales y políticos del mundo de todas las tendencias utilizan Internet como instrumento de acción y de organización. Esto no quiere decir que sea un elemento primordial, pero la especificidad de la movilización social realizada por este medio se basa en primer lugar en la crisis de las organizaciones tradicionales estructuradas, consolidadas, tipo partidos, tipo asociaciones y además se produce la emergencia de actores sociales, fundamentalmente a partir de coaliciones específicas sobre objetivos concretos que gracias a la red generan coaliciones que se constituyen en torno a valores y proyectos. En este sentido, Internet es la estructura organizativa y el instrumento de comunicación que permite la flexibilidad y la temporalidad de la movilización. Estas características permiten lanzar códigos del tipo: "aquí estoy, éste es mi manifiesto, ¿quién está de acuerdo conmigo?, y ¿qué podemos hacer?" La transmisión de ideas en un marco muy amplio permite la coalición y la agregación en torno a valores de forma instantánea. Otro rasgo relacionado con la acción social es que cada vez más, el poder funciona en redes globales y la gente tiene su vivencia y se construye sus valores y de alternativa en sociedades locales. El gran problema que se plantea es cómo, desde lo local, se puede controlar lo global. Pues bien, Internet permite la articulación de los proyectos alternativos locales mediante protestas globales, que acaban aterrizando en algún lugar, por ejemplo, en Seattle, Washington, Praga, etc. Internet es la conexión global-local, que es la nueva forma de control y de movilización social en nuestra sociedad. Una vez mas, a modo de reverso tenebroso, muchos debates sobre Internet en estos momentos plantean la idea del efecto de Internet sobre la privacidad y sobre la capacidad de control de nuestra vida íntima a través de Internet. En esta discusión habría que diferenciar dos elementos de control: la relación gobiernos-ciudadanos y la relación privacidad-Internet. En el primer aspecto, parece que Internet como tal, parece difícil de controlar no sólo por razones técnicas, también institucionales: En Estados Unidos no se puede hacer, porque hay varias decisiones de los tribunales federales y en particular, la que eliminó el Acta de Decencia en la comunicación que Clinton presentó en 1995 para censurar Internet argumentando la pornografía infantil. A partir de ese momento, en la medida en que Internet es una red global, al no haber control en Estados Unidos, se busca cualquier circuito para sortear el obstáculo y poder expresarse. Recuerden que Internet está diseñada técnicamente para interpretar cualquier censura como un obstáculo técnico y reconfigurar la vía de transmisión. El segundo aspecto del debate, sobre la privacidad, el problema es mucho más profundo. Esta ya ha desaparecido. Cualquier cosa que hagamos en la red se puede detectar electrónicamente. El problema es quién está interesado, cómo, cuándo, de qué manera, cómo se hace, etc. El FBI ya lo puede hace por medio del Carnivore, cualquier empresa por medio de los Cookies. Contra esto no hay formas de protección regionales, el hecho de estar en una red global quiere decir que no hay privacidad. En este punto, se ha planteado una cuestión fundamental en que la privacidad aparece como esencial, y es el debate sobre la capacidad de encriptado que permitiría que cada persona pudiera determinar su código. Lo que ocurre es que el encriptado está prohibido por los gobiernos, también en Estados Unidos, pero es claro que la batalla del encriptado es, en estos momentos, la batalla de la privacidad. En toda su obra se pone de manifiesto un hilo conductor a través de los movimientos sociales, el ámbito urbano donde se desarrollan, el cambio de marco económico y social y finalmente la influencia que tienen las Tecnologías de Información, concretamente Internet, en todos estos procesos. Internet es la sociedad, expresa los procesos sociales, los intereses sociales, los valores sociales, las instituciones sociales. ¿Cuál es, pues, la especificidad de Internet, si es la sociedad? La especificidad es que es constituye la base material y tecnológica de la sociedad red, es la infraestructura tecnológica y el medio organizativo que permite el desarrollo de una serie de nuevas formas de relación social que no tienen su origen Internet, que son fruto de una serie de cambios históricos pero que no podrían desarrollarse sin Internet. Esa sociedad red es la sociedad que yo analizo como una sociedad cuya estructura social está construida en torno a redes de información a partir de la tecnología de información microelectrónica estructurada en Internet. Pero Internet en ese sentido no es simplemente una tecnología; es el medio de comunicación que constituye la forma organizativa de nuestras sociedades, es el equivalente a lo que fue la factoría en la era industrial o la gran corporación en la era industrial. Internet es el corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en realidad la base material de nuestras vidas y de nuestras formas de relación, de trabajo y de comunicación. Lo que hace Internet es procesar la virtualidad y transformarla en nuestra realidad, constituyendo la sociedad red, que es la sociedad en que vivimos. Consideraciones de actualidad Finalmente, a Raíz de los hechos ocurridos el 11 de septiembre, seria interesante realizar una reflexión sobre las implicaciones cuando parece que nos movemos en un nuevo escenario en el que parece que todo va a ser distinto, como la política, la guerra, la economía y las relaciones internacionales. La Guerra que se ha planteado, no es de civilizaciones, de religiones, ni tampoco es un choque entre los pobres del mundo y el capitalismo mundial. Estamos ante una guerra definida en términos más precisos: es la guerra de las redes fundamentalistas islámicas terroristas contra las instituciones políticas y económicas de los países ricos y poderosos, en particular de Estados Unidos, pero también de Europa occidental. En la raíz de esa guerra hay un rechazo a la marginación de los musulmanes y una afirmación de la supremacía de los principios religiosos del islam. La identidad humillada y el menosprecio cultural y religioso del islam por los poderes occidentales conducen a la resistencia, al llamamiento a la guerra santa. Con este ataque, se ha puesto de manifiesto la importancia que están cobrando las redes criminales inter-conectadas a escala mundial. La única esperanza de supervivencia de lo que hoy es nuestra sociedad, es que durante el proceso de destrucción de las redes del terror que se está llevando a cabo, se sienten las bases sociales, económicas, culturales e institucionales para evitar su reproducción. Nuestra organización económica y social, y nuestras instituciones políticas, han engendrado el fenómeno que hoy tenemos que combatir, incluido Bin Laden, que es un producto de Occidente. En el largo plazo, necesitamos absolutamente reformar en profundidad nuestro mundo, superando la exclusión social y la opresión de las identidades. Mientras tanto, estamos en guerra. "La ciudad multicultural" por Manuel Castells y Jordi Borja. Globalización, migraciones y urbanización La aceleración del proceso de urbanización en el mundo se debe en buena medida al incremento de las migraciones rural-urbanas, frecuentemente debidas a la expulsión de mano de obra de la agricultura por la modernización de la misma, siendo asimismo consecuencia de los procesos de industrialización y de crecimiento de la economía informal en las áreas metropolitanas de los países en desarrollo (2). Aunque las estadísticas varían según los países, los cálculos de Findley para una serie de países en vías de desarrollo indican que, en promedio, mientras en 1960-70, la contribución de la emigración rural-urbana al crecimiento urbano fue de 36,6%, en 1975-90, se incrementó al 40% de la nueva población urbana. La contribución al crecimiento metropolitano, en ambos casos, fue aún mayor (3).En casi todos los países, la incorporación a las ciudades de emigrantes de zonas rurales acentúa notablemente la diversidad cultural y, en los países étnicamente diversos, como Estados Unidos o Brasil, la diversidad étnica. África La globalización también ha suscitado importantes desplazamientos de población entre países, aunque las migraciones internacionales presentan un patrón complejo que no sigue las visiones estereotipadas de la opinión publica. Así, casi la mitad de los 80 millones de internacionales de todo el mundo están concentrados en África subsahariana y Oriente Medio (4). Unos 35 millones de migrantes se encuentran en el África subsahariana, representando un 8% de su población total. Dichos movimientos migratorios en África son de dos tipos: por un lado, migraciones de trabajadores, encaminados a los países de mayor dinamismo económico, en particular a Sudáfrica, Costa de Marfil, Gambia y Nigeria. Por otro lado, amplios desplazamientos de refugiados del hambre, la guerra y el genocidio, en el Sahel, en el cuerno de África, en Mozambique, en Ruanda y Burundi, entre otras zonas: tan sólo en 1987 se estimaban en 12,6 millones de personas el numero de desplazados por guerras o catástrofes en África (5). En Asia, Malasia es el país de mayor inmigración, con casi un millón de trabajadores extranjeros, en general procedentes de Indonesia. Japón cuenta también con cerca de un millón de extranjeros recensados y varios miles de trabajadores ilegales cuyo número se está incrementando rápidamente, si bien la mayoría de los extranjeros son coreanos que viven en Japón desde hace varias generaciones. Singapur cuenta con unos 300.000 inmigrantes, lo que representa una alta proporción de su población, y Hong Kong, Corea y Taiwan, con contingentes inferiores a los 100.000 cada uno. Sin embargo, en la medida en que se acentúe el desarrollo de estos países y aumente la presión demográfica en China, India e Indonesia, es de esperar un aumento de las migraciones internacionales, además del incremento de migraciones rurales-urbanas en toda Asia. Así, Japón en 1975 contaba con un inmigración anual de unos 10.000 extranjeros, mientras que en 1990, dicha cifra se había incrementado hasta unos 170.000 por año, la mayoría procedentes de Corea (6). América latina América latina, tierra de inmigración durante el siglo XX, ha ido convirtiéndose en área de emigración. Así, durante el período 1950-64, la región en su conjunto tuvo un saldo neto de migraciones de + 1,8 millones de personas, mientras que en 1976-85, el saldo fue negativo: - 1,6 millones. Los cambios más significativos fueron la reducción drástica de la inmigración en Argentina y el fuerte aumento de emigración en México y América Central, en particular hacia Estados Unidos. Los movimientos inmigratorios latinoamericanos en este fin de siglo proceden generalmente de otros países latinoamericanos. Así, en Uruguay en 1991, del total de extranjeros residentes, el 40% eran de Argentina, el 29% de Brasil y el 11% de Chile. La mayor proporción de población extranjera se da en Venezuela (7,2%), seguida de Argentina (6,8%). En los países más desarrollados, en Europa Occidental y en Estados Unidos, existe entre la población el sentimiento de una llegada sin precedentes de inmigrantes en la última década, de una auténtica invasión en la terminología de algunos medios de comunicación. Sin embargo, los datos muestran una realidad distinta, variable según países y momentos históricos (7). Es cierto que el desarrollo desigual a escala mundial, la globalización económica, cultural y de sistemas de transporte favorecen un intenso trasiego de poblaciones. A ello hay que añadir los éxodos provocados por guerras y catástrofes, así como, en Europa, la presión de poblaciones de los países del Este que ahora disfrutan de la libertad de viajar al tiempo que sufren el impacto de la crisis económica. Pero los controles de inmigración, el reforzamiento de las fronteras entre los países de la OCDE y el resto del mundo, la reducida creación de puestos de trabajo en Europa y la xenofobia creciente en todas las sociedades, representan obstáculos formidables para el trasvase de población que podría resultar de las tendencias aludidas. Veamos pues cual es el perfil real de las migraciones recientes del Sur y el Este al Norte y al Oeste. Estados Unidos En Estados Unidos, sociedad formada por oleadas sucesivas de inmigración, se ha producido efectivamente un importante incremento de inmigrantes en números absolutos desde la reforma de la ley de inmigración en 1965, autorizando la inmigración por reunificación familiar. Pero aun así, los actuales niveles de inmigración están muy por detrás de la punta histórica alcanzada entre 1905 y 1914 (año en que llegaron 1,2 millones de inmigrantes a Estados Unidos). Más aun, en términos de proporción de la población, en 1914 esos 1,2 millones eran equivalentes al 1,5% de la población, mientras que el total de inmigrantes de 1992 sólo representó el 0,3% de la población. Ahora bien, lo que ha cambiado substancialmente es la composición étnica de la inmigración, que en lugar de provenir de Europa y Canadá, procede ahora, en su gran mayoría, de México, el Caribe y otros países latinoamericanos y Asia. Un fenómeno semejante ha tenido lugar en los otros dos países que se caracterizan, junto con Estados Unidos, por tener la mayor proporción de inmigrantes extranjeros en su población, Canadá y Australia. En Canadá, en 1992, más del 40% procedían de Asia, en particular de Hong Kong, y tan sólo un 2,8% del Reino Unido. Vancouver, la tercera ciudad canadiense, ha sido transformada en la ultima década por la llegada de 110.000 chinos de Hong Kong, elevando la proporción de población china al 27% de los residentes de la ciudad. Por cierto, dicha inmigración ha supuesto un influjo de 4.000 millones de dólares por año en la economía local. En cuanto a Australia, en los años noventa, el 21% de la población nació en el extranjero y el 40% tiene al menos un padre que nació en el extranjero. De los nuevos inmigrantes llegados a Australia en 1992, el 51% procedían de Asia. Europa Europa Occidental presenta una panorama diversificado en lo que se refiere a movimientos migratorios. Utilizando como indicador el porcentaje de población residente extranjera sobre la población total y observando su evolución entre 1950 y 1990, podemos constatar, por ejemplo, que Francia e Inglaterra tenían una menor proporción de población extranjera en 1990 que en 1982, mientras que Bélgica y España apenas había variado (de 9,0 a 9,1%, y de 1,1 a 1,1%). Si exceptuamos el caso anómalo de Luxemburgo, el único país europeo cuya población extranjera supera el 10% es Suiza, también un caso especial por el alto grado de internacionalización de su economía. Y la media para el total de la población europea es tan sólo de un 4,5% de extranjeros. Los incrementos significativos durante la década de los ochenta se dieron fundamentalmente en Alemania, Austria, Holanda y Suecia, fundamentalmente debidos al influjo de refugiados del este de Europa. Pero también este influjo parece ser mucho más limitado de lo que temían los países europeos occidentales. Así, por ejemplo, un informe de la Comisión Europea en 1991 estimaba que 25 millones de ciudadanos de Rusia y las repúblicas soviéticas podrían emigrar a Europa occidental antes del año 2000. Y sin embargo, a mediados de los años noventa, se estima que la emigración rusa oscila en torno a las 200.000 personas por año, a pesar de la espantosa crisis económica que vive Rusia. La razón, para quienes conocen los mecanismos de la emigración, es sencilla: los emigrantes de desplazan mediante redes de contacto previamente establecidas. Por eso son las metrópolis coloniales las que reciben las oleadas de inmigrantes de sus antiguas colonias (Francia y el Magreb); o los países que reclutaron deliberadamente mano de obra barata en países seleccionados (Alemania en Turquía y Yugoslavia) los que continúan siendo destino de emigrantes de esos países. En cambio, los rusos y ex-soviéticos, al haber tenido prohibido el viajar durante siete décadas carecían y carecen de redes de apoyo en países de emigración, con la excepción de la minoría judía que es precisamente la que emigra. Así, dejar familia y país lanzándose al vacío de un mundo hostil sin red de apoyo es algo que sólo se decide masivamente cuando una catástrofe obliga a ello (la hambruna, la guerra, el nazismo). Ahora bien, si los datos señalan que la inmigración en Europa occidental no alcanza proporciones tan masivas como las percibidas en la opinión publica, ¿por qué existe ese sentimiento? Y, ¿por qué la alarma social? Lo que realmente está ocurriendo es la transformación creciente de la composición étnica de las sociedades europeas, a partir de los inmigrantes importados durante el período de alto crecimiento económico en los años sesenta. En efecto, las tasas de fertilidad de los extranjeros son muy superiores a las de los países europeos de residencia (salvo, significativamente, en Luxemburgo y Suiza, en donde la mayoría de extranjeros son de origen europeo). Por razones demográficas el diferencial de fertilidad continuará incrementándose con el paso del tiempo. Esta es la verdadera fuente de tensión social: la creciente diversidad étnica de una Europa que no ha asumido aun dicha diversidad y que sigue hablando de inmigrantes cuando, cada vez más, se trata en realidad de nacionales de origen étnico no-europeo. El incremento de población en el Reino Unido entre 1981 y 1990 fue de tan sólo el 1% para los blancos, mientras que fue del 23% para las minorías étnicas. Aun así, los blancos son 51,847 millones, mientras que las minorías tan sólo representan 2,614 millones. Pero existe una clara conciencia del proceso inevitable de constitución de una sociedad con importantes minorías étnicas, del tipo norteamericano. Algo semejante ocurre en los otros países europeos. Dos tercios de los extranjeros de Francia y tres cuartas partes de los de Alemania y Holanda son de origen no europeo. A ello hay que añadir, en el caso de Francia, la proporción creciente de población de origen no europeo nacida en Francia y que tienen derecho a nacionalidad al alcanzar los 18 años. Puede ocurrir también, como es el caso en Alemania, que la ley niegue el derecho de nacionalidad a quienes nazcan en territorio nacional de padres extranjeros, situación en las que se encuentran centenares de miles de jóvenes turcos que nunca conocieron otra tierra que Alemania. Pero el costo de dicha defensa a ultranza de la nacionalidad autóctona es la creación de una casta permanente de no ciudadanos, poniendo en marcha un mecanismo infernal de hostilidad social. Un factor adicional es importante en la percepción de una diversidad étnica que va mucho más allá del impacto directo de la inmigración: la concentración espacial de las minorías étnicas en las ciudades, particularmente en las grandes ciudades y en barrios específicos de las grandes ciudades, en los que llegan a constituir incluso la mayoría de la población. La segregación espacial de la ciudad a partir de características étnicas y culturales de la población no es pues una herencia de un pasado discriminatorio, sino un rasgo de importancia creciente, característica de nuestras sociedades: la era de la información global es también la de la segregación local. Diversidad étnica, discriminación social y segregación urbana En todas las sociedades, las minorías étnicas sufren discriminación económica, institucional y cultural, que suele tener como consecuencia su segregación en el espacio de la ciudad. La desigualdad en el ingreso y las prácticas discriminatorias en el mercado de vivienda conducen a la concentración desproporcionada de minorías étnicas en determinadas zonas urbanas al interior de las áreas metropolitanas. Por otro lado, la reacción defensiva y la especificidad cultural refuerzan el patrón de segregación espacial, en la medida en que cada grupo étnico tiende a utilizar su concentración en barrios como forma de protección, ayuda mutua y afirmación de su especificidad. Se produce así un doble proceso de segregación urbana: por un lado, de las minorías étnicas con respecto al grupo étnico dominante; por otro lado, de las distintas minorías étnicas entre ellas. Naturalmente, esta diferenciación espacial hay que entenderla en términos estadísticos y simbólicos, es decir, como concentración desproporcionada de ciertos grupos étnicos en espacios determinados, más que como residencia exclusiva de cada grupo en cada barrio. Incluso en situaciones límite de segregación racial urbana, como fue el régimen del apartheid en Sudáfrica, se puede observar una fuerte diferenciación socio-espacial, en términos de clase, a partir del momento en que se desmantela la segregación obligatoria institucionalmente impuesta. El modelo de segregación étnica urbana más conocido y más estudiado es el de las ciudades norteamericanas, que persiste a lo largo de la historia de los Estados Unidos y que se ha reforzado en las dos últimas décadas, con la localización de los nuevos inmigrantes en sus correspondientes espacios segregados de minorías étnicas, constituyendo verdaderos enclaves étnicos en las principales áreas metropolitanas y desmintiendo así en la práctica histórica el famoso mito del melting pot que sólo es aplicable (y con limitaciones) a la población de origen europeo (8).Así por ejemplo, en el condado de Los Ángeles, 70 de los 78 municipios existentes en 1970 tenían menos del 10% de residentes pertenecientes a minorías étnicas. En cambio, en 1990 los 88 municipios que para entonces componían el condado tenían más del 10% de minorías étnicas, pero 42 municipios tenían más del 50% de minorías étnicas en su población (9). La concentración espacial El completo estudio de Massey y Denton (1993) sobre la segregación racial urbana en las ciudades norteamericanas muestra los altos niveles de segregación entre negros y blancos en todas las grandes ciudades. Para un índice de segregación absoluta de 100, la media es de 68,3, que sube hasta una media del 80,1 para las áreas metropolitanas del norte. Las tres áreas principales se encuentran también entre las más segregadas: Nueva York, con un índice de 82; Los Ángeles, con 81,1; y Chicago con 87,8. También el índice de aislamiento de los negros, que mide la interacción entre los negros y otros grupos negros (100 siendo el nivel de aislamiento absoluto) refleja altos valores, con una media del 63,5, que pasa al 66,1 en las áreas del norte y que llega a registrar en Chicago un índice del 82,8. La concentración espacial de minorías étnicas desfavorecidas conduce a crear verdaderos agujeros negros de la estructura social urbana, en los que se refuerzan mutuamente la pobreza, el deterioro de la vivienda y los servicios urbanos, los bajos niveles de ocupación, la falta de oportunidades profesionales y la criminalidad. En su estudio sobre segregación y crimen en la América urbana, Massey (1995) concluye que la coincidencia de altos niveles de pobreza de los negros y de altos índices de segregación espacial crean nichos ecológicos en los que se dan altos índices de criminalidad, de violencia y de riesgo de ser víctima de dichos crímenes... A menos que se produzca un movimiento de desegregación, el ciclo de violencia continuará; sin embargo, la perpetuación de la violencia paradójicamente hace la desegregación más difícil porque hace beneficioso para los blancos el aislamiento de los negros. A saber: aislando a los negros en barrios segregados, el resto de la sociedad se aísla con relación al crimen y a otros problemas sociales resultantes del alto índice de pobreza entre los negros. Así, en los años 90 han decaído, en términos generales, los índices de criminalidad en las principales ciudades norteamericanas. Entre 1980 y 1992, la proporción del número de hogares americanos que ha sufrido alguna forma de criminalidad se ha reducido en más de un tercio, pero al mismo tiempo, la probabilidad para los negros de ser víctimas de un crimen se ha incrementado extraordinariamente. Los adolescentes negros tienen una probabilidad nueve veces más alta que los blancos de ser asesinados: en 1960 morían violentamente 45/100.000, mientras que en 1990 la tasa había pasado a 140/100.000. En su estudio sobre la relación entre segregación de los negros y homicidio de los negros en 125 ciudades, Peterson y Krivo encontraron que la segregación espacial entre blancos y negros era el factor estadísticamente más explicativo de la tasa de homicidios de todas las variables analizadas, mucho más importante que la pobreza, la educación o la edad (10). Se mata a quien se tiene cerca. Y cuando una sociedad, rompiendo con sus tradiciones liberales y con sus leyes de integración racial, adopta la actitud cínica de encerrar a sus minorías raciales empobrecidas en ghettos cada vez más deteriorados, provoca la exasperación de la violencia en dichas zonas. Pero, a partir de ese momento la mayoría étnica está condenada a vivir atrincherada tras la protección de la policía y a destinar a policía y a cárceles un presupuesto tan cuantioso como el de educación, como ya es el caso en el estado de California. Racismo y segregación Si bien el racismo y la segregación urbana existen en todas las sociedades, no siempre sus perfiles son tan marcados ni sus consecuencias tan violentas como las que se dan en las ciudades norteamericanas. Así, Brasil es una sociedad multirracial, en la que los negros y mulatos ocupan los niveles más bajos de la escala social (11). Pero, aunque las minorías étnicas también están espacialmente segregadas, tanto entre las regiones del país como al interior de las áreas metropolitanas, el índice de disimilaridad, el cual mide la segregación urbana, es muy inferior al de las áreas metropolitanas norteamericanas. Asimismo, aunque la desigualdad económica está influenciada por el origen étnico, las barreras institucionales y los prejuicios sociales están mucho menos arraigados que en Estados Unidos. Así, dos sociedades con un pasado igualmente esclavista evolucionaron hacia patrones distintos de segregación espacial y discriminación racial, en función de factores culturales, institucionales y económicos que favorecieron la mezcla de razas y la integración social en Brasil y la dificultaron en Estados Unidos: una comparación que invita a analizar la variación histórica de una naturaleza humana que no es inmutable. Ahora bien, lo que sí parece establecido es la tendencia a la segregación de las minorías étnicas en todas las ciudades y en particular en las ciudades del mundo más desarrollado. Así, conforme las sociedades europeas reciben nuevos grupos de inmigrantes y ven crecer sus minorías étnicas a partir de los grupos establecidos en las tres últimas décadas, se acentúa el patrón de segregación étnica urbana. En el Reino Unido, aunque Londres sólo representa el 4,7% de la población, concentra el 42% de la población de las minorías étnicas. Dichas minorías, concentradas particularmente en algunos distritos, se caracterizan por un menor nivel de educación, mayor tasa de paro y una tasa de actividad económica de tan sólo el 58% comparada con el 80% de los blancos (12). En el distrito londinense de Wandsworth, con unos 260.000 habitantes, se hablan unas 150 lenguas diferentes. A esa diversidad étnico-cultural se une el dudoso privilegio de ser uno de los distritos ingleses con más alto índice de carencias sociales. En Göteborg (Suecia), el 16% de la población es de origen extranjero y tiene concentrada su residencia en el nordeste de la ciudad y en las isla de Hisingen. Zurich, que ha visto aumentar su población de extranjeros (sobre todo turcos y yugoslavos) del 18% en 1980 al 25% en 1990, concentra el 44% de esta población en las zonas industriales de la periferia urbana. En Holanda, los extranjeros son tan sólo un 5% de la población total, pero en Amsterdam, Rotterdam, La Haya y Utrecht dicha proporción oscila entre el 15% y el 20%, mientras que en los barrios antiguos de dichas ciudades sube hasta el 50%. En Bélgica la proporción de extranjeros es del 9%, pero en la ciudad de Anderlecht alcanza el 26% y en el barrio de La Rosee, el más deteriorado, los extranjeros representan el 76% de sus 2.300 habitantes (13). En suma, las ciudades europeas están siguiendo, en buena medida, el camino de segregación urbana de las minorías étnicas característico de las metrópolis norteamericanas, aunque la forma espacial de la segregación urbana es diversa en Europa. Mientras que las banliues francesas configuran ghettos metropolitanos periféricos, las ciudades centro-europeas y británicas tienden a concentrar las minorías en la ciudad central, en un modelo espacial semejante al norteamericano, lo que puede contribuir a la decadencia de los centros urbanos si no se mejoran las condiciones de vida de las minorías étnicas en Europa. Por otra parte, la importancia de las pandillas y el florecimiento de actividades criminales es menos acentuado en Europa que en Norteamérica. Pero si las tendencias a la exclusión social continúan agravándose, parece razonable suponer que situaciones similares conducirán a consecuencias semejantes, salvedad hecha de las diferencias culturales e institucionales. La ciudad multicultural es una ciudad enriquecida por su diversidad, tal y como señaló Daniel Cohn Bendit en su intervención introductoria al Coloquio de Francfort patrocinado por el Consejo de Europa sobre el multiculturalismo en la ciudad (14). Pero, como también quedó de manifiesto en dicho coloquio, la ciudad segregada es la ciudad de la ruptura de la solidaridad social y, eventualmente, del imperio de la violencia urbana. Las poblaciones flotantes en las ciudades La geometría variable de la nueva economía mundial y la intensificación del fenómeno migratorio, tanto rural-urbano como internacional, han generado una nueva categoría de población, entre rural, urbana y metropolitana: población flotante que se desplaza con los flujos económicos y según la permisividad de las instituciones, en busca de su supervivencia, con temporalidades y espacialidades variables, según los países y las circunstancias. Aunque por su propia naturaleza el fenómeno es de difícil medida, una corriente de investigación cada vez más amplia aporta datos sobre su importancia y sobre las consecuencias que tiene para el funcionamiento y gestión de las ciudades (15). Tal vez la sociedad en la que la población flotante alcanza mayores dimensiones es China durante la última década. Durante mucho tiempo imperó en China el control de movimientos de población regulado en 1958 en el que cada ciudadano chino estaba registrado como miembro de un hukou (hogar) y clasificado sobre la base de dicha residencia. Bajo dicha regulación un cambio de residencia rural a urbana era extremadamente difícil. Los viajes requerían permiso previo y el sistema de racionamiento obligaba a presentar en las tiendas o restaurantes los cupones asignados al lugar de residencia y trabajo. Así, el sistema hukou fue un método efectivo de controlar la movilidad espacial y reducir la migración rural-urbana (16). Sin embargo, con la liberalización económica de China durante los años ochenta la inmovilidad se hizo disfuncional para la asignación de recursos humanos según una dinámica parcialmente regida por leyes de mercado. Además la privatización y modernización de la agricultura aumentó la productividad y expulsó de la tierra a decenas de millones de campesinos que resultaron ser mano de obra excedente (17). Imposibilitado de atender las necesidades de esta población rural económicamente desplazada, el gobierno chino optó por levantar las restricciones a los movimientos de población y/o aplicarlas menos estrictamente, según las regiones y los momentos de la coyuntura política. El resultado fue la generación de masivas migraciones rural-urbanas en la ultima década, sobre todo hacia las grandes ciudades y hacia los centros industriales exportadores del sur de China. Pero dichas ciudades y regiones, pese a su extraordinario dinamismo económico (de hecho, los centros de más alta tasa de crecimiento económico del mundo en la última década) no pudieron absorber como trabajadores estables a los millones de recién llegados, ni proveerlos con viviendas y servicios urbanos, por lo que muchos de los inmigrantes urbanos viven sin residencia fija o en la periferia rural de las metrópolis, y otros muchos adaptan un patrón de migraciones pendulares estacionales yendo y viniendo entre sus aldeas de origen y los centros metropolitanos (18). Así Guangzhou (Cantón), una ciudad de unos seis millones de habitantes, contabilizaba en 1992, un total de 1,34 millones de residentes temporales a los que se añadían 260.000 turistas diarios. En el conjunto de la provincia de Guandong se estimaban en al menos 6 millones el número de migrantes temporales. En Shanghai, a fines de los 80 había 1,83 millones de flotantes, mientras que en 1993, tras el desarrollo del distrito de industrial de Pudong, se estimaba que un millón más de flotantes habían llegado a Shanghai en ese año. La única encuesta migratoria fiable de la última década, realizada en 1986, estimó que en esa fecha el 3,6% de la población de las 74 ciudades encuestadas eran residentes temporales. Otra estimación a nivel nacional, evalúa el número de flotantes en 1988, entre 50 y 70 millones de personas. Lo que parece indudable es que el fenómeno se ha incrementado. La estación central de ferrocarril de Pekín, construida para 50.000 pasajeros diarios, ve transitar por ella actualmente entre 170.000 y 250.000, según los períodos. El gobierno municipal de Pekín estima que cada incremento de 100.000 visitantes diarios a la ciudad consume 50.000 kilos de grano, 50.000 kilos de verduras, 100.000 kilovatios de electricidad, 24.000 litros de agua y utiliza 730 autobuses públicos. Dicho número de visitantes ocasiona 100.000 kilos de basura y genera 2.300 kilos de desechos de alcantarillado. Las condiciones de vida de esta población flotante son muy inferiores a las de la población permanente (19) y son, a la vez, presa fácil del crimen y refugio de criminales, lo que aumenta los prejuicios contra ellos entre la población residente. Aunque de menor dimensión que en China, el fenómeno de la población flotante es característico de la mayor parte del mundo en desarrollo y en particular de Asia (20). Así en Bangkok, de los emigrantes llegados la ciudad entre 1975 y 1985, el 25% habían vivido ya en tres ciudades diferentes y el 77% de los encuestados no pensaban quedarse en Bangkok más de un año, mientras que sólo el 12% de los migrantes se habían censado regularmente en su residencia de Bangkok, indicando una existencia a caballo entre sus zonas de origen y los distintos mercados de trabajo urbanos. En Java, el Banco Mundial estimó que en 1984 el 25% de los hogares rurales tenían al menos un miembro de la familia trabajando en un centro urbano durante una parte del año, lo que equivalía al 50% de la población activa urbana. Tendencias similares han sido observadas en Filipinas y Malasia (21). La amplitud del fenómeno, y su difusión en otras áreas del mundo, hace cada vez más inoperante la distinción entre rural y urbano, en la medida en que lo verdaderamente significativo es la trama de relaciones que se establecen entre el dinamismo de las grandes ciudades y los flujos de población que se localizan en distintos momentos en distintos tiempos y con distintas intensidades, según los ritmos de articulación entre economía global y economía local. En las ciudades de los países desarrollados también se asiste a un incremento de población flotante de un tipo distinto. Así, Guido Martinotti, en un interesante estudio (22) ha insistido en la importancia de poblaciones de visitantes que utilizan la ciudad y sus servicios sin residir en ella. No sólo proviniendo de otras localidades del área metropolitana, sino de otras regiones y otros países. Turistas, viajeros de negocios y consumidores urbanos forman en un día determinado en las principales ciudades europeas, (pero también norteamericanas y sudamericanas) una proporción considerable de los usuarios urbanos que, sin embargo, no aparecen en las estadísticas ni son contabilizados en la base fiscal e institucional de los servicios urbanos que, sin embargo, utilizan intensamente. Tres son los principales problemas ocasionados por las poblaciones flotantes en la gestión urbana. En primer lugar, su existencia suscita una presión sobre los servicios urbanos mayor de lo que la ciudad puede asumir, a menos de recibir ayudas especiales de los niveles superiores de la administración, en consonancia con su población real y el uso efectivo que se hace de su infraestructura. En segundo lugar, la falta de contabilidad estadística adecuada de dicha población flotante, así como la irregularidad de sus movimientos, impiden una planificación adecuada de los servicios urbanos. En tercer lugar, se crea una distorsión entre las personas presentes en la ciudad y la ciudadanía capaz de asumir los problemas y el gobierno de la ciudad. Ello es negativo tanto para los flotantes, carentes de derechos y, en ocasiones, ilegalizados, como para los residentes que ven rota la solidaridad de la ciudadanía por la existencia de diferencias de status jurídico y de pertenencia comunitaria en el seno de la población real de la ciudad. Así pues, el desarrollo de poblaciones flotantes, directamente relacionado con la globalización de los flujos económicos y de comunicación, constituye una nueva realidad urbana para la que todavía no tienen respuesta las ciudades. Multiculturalismo y crisis social urbana En mayo de 1991 se reunieron en Francfort, bajo los auspicios del Consejo de Europa, representantes de distintos gobiernos municipales europeos para tratar las políticas municipales para la integración multicultural de Europa. En la declaración publicada al final de dicha reunión (23) se constataba que los países europeos, como consecuencia de décadas de inmigración y emigración, se habían tornado sociedades multiculturales. Asimismo, en la medida en que los inmigrantes y las minorías étnicas resultantes se concentraban en las grandes ciudades, las políticas de tratamiento de la inmigración y de respeto del multiculturalismo constituían un componente esencial de las nuevas políticas municipales. Concluían afirmando que sólo una Europa genuinamente democrática capaz de llevar adelante una política de multiculturalismo puede ser un factor de estabilidad en el mundo y puede combatir efectivamente los desequilibrios económicos entre el norte y el sur, el este y el oeste, que conducen a la emigración desordenada (p.167). Una constatación similar puede hacerse en la sociedad norteamericana y con relación al mundo en general. Y sin embargo, las reacciones xenófobas en todos los países y el incremento del racismo y el fanatismo religioso en todo el mundo no parecen augurar un fácil tratamiento de la nueva realidad urbana. Los inmigrantes, y las minorías étnicas, aparecen como chivos expiatorios de las crisis económicas y las incertidumbres sociales, según un viejo reflejo históricamente establecido, explotado regularmente por demagogos políticos irresponsables. Aun así, la terca nueva realidad de una economía global interdependiente, de desequilibrios socioeconómicos y de la reproducción de minorías étnicas ya residentes en los países más desarrollados hacen inevitable el multiculturalismo y la plurietnicidad en casi todo el mundo. Incluso Japón, una de las sociedades culturalmente más homogéneas en el mundo, está experimentando un rápido aumento de su población extranjera, mientras que se asiste al crecimiento de los yoseba (trabajadores ocasionales sin empleo ni residencia fija) y a su localización espacial temporal en ghettos urbanos, como el de Kamagasaki en Osaka. Hay quienes piensan, incluidos los autores de este libro, que la plurietnicidad y la multiculturalidad son fuentes de riqueza económica y cultural para las sociedades urbanas (24). Pero incluso quienes estén alarmados por la desaparición de la homogeneidad social y las tensiones sociales que ello suscita deben aceptar la nueva realidad: nuestras sociedades, en todas las latitudes, son y serán multiculturales, y las ciudades (y sobre todo las grandes ciudades) concentran el mayor nivel de diversidad. Aprender a convivir en esa situación, saber gestionar el intercambio cultural a partir de la diferencia étnica y remediar las desigualdades surgidas de la discriminación son dimensiones esenciales de la nueva política local en las condiciones surgidas de la nueva interdependencia global. * Manuel Castells nació en España, más precisamente en Albacete, en 1942. Muchas veces ha comparado su extensa obra con su propia y agitada vida personal. De origen catalán, tuvo que exiliarse de la España de Franco con tan solo 20 años. Francia se convirtió en su país de adopción. Allí acabó sus estudios de Derecho y Economía y se doctoró en Sociología por la Universidad de París en 1967. Ha publicado 21 libros entre los que destaca la monumental triología La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura (1996 -2000), que ha sido traducida a 18 idiomas. Esta obra causó un gran impacto en el mundo académico y, por extensión, también en el político. En sus 1.500 páginas establecía la primera cartografía global de los nuevos tiempos, una sociedad que galopa a través de las nuevas tecnologías hacia un proceso de globalización irreversible. Suyos son también títulos como La cuestión urbana (1976), Crisis urbana y cambio social (1981), La ciudad y las masas. Sociología de los movimientos sociales urbanos (1986), La ciudad informacional (1989), Tecnópolis del mundo: la formación de los complejos industriales del siglo XXI (1994), La sociedad red (1996) o Local y global: la gestión de las ciudades en la era de la información (1997). Por el momento Castells vive en Berkeley con su esposa, Emma Kiselyova. Tienen dos hijas y tres nietos a los que no conocemos pero seguramente lo llevan de orgullo. *Jordi Borja nació en 1941 en Barcelona. Es geógrafourbanista.y consultor internacional y profesor universitario. También es Director de Urban Technology Consulting S.L. Estudió Derecho y Ciencias Políticas (Barcelona -Madrid, Licenciado). Sociología (París, licenciado) Geografía (París, licenciado) Urbanismo (París, master). Sus publicaciones más recientes son: La ciudad conquistada. Alianza Editorial, Madrid 2003; El urbanismo de las ciudades españolas. Una visión crítica. (editor con Z. Muxí), UPC Barcelona; LŽurbanistica per le città dellŽAmerica Latina en La città inclusiva, ed. Marcello Balbo, Franco Angeli, Milano y Ciudadanía europea.,con la colaboración de M. Àngels Espuny, Valerie Peugeot, y Genevieve Dourthe Serra. Referencias bibliográficas (1). Carlos Alonso Zaldívar y Manuel Castells (1992) “España, fin de siglo”, Madrid: Alianza Editorial 1992. (2). G. Papademetriou y P. Martín (eds) (1991) “The unsettled relationship: labor migration and economic development”, Wetsport: Greenwood Press. UNDIESA (United Nations Department for International Economic and Social Affairs) (1991) “World Urbanization Prospects: Estimates and Projections or urban and rural populations and of urban agglomerations”, Nueva York: United Nations. John Kasarda y Allan Parnell (eds) (1993) “Third World Cities: Problems, Policies and Prospects”, Londres: Sage Publications. (3). Findley, 1993. En Kasarda y Parnell, op. cit. (4). Duncan Campbell “Foreign investment, labor immobility and the quality of employment”, International Labour Review, 2, 1994. (5). Sharon Stanton Rusell y otros “International Migration and Development in Subsaharan Africa”, World Bank Discussion Papers 101-102, Washington DC: World Bank, 1990. (6).Peter Stalker (1994) “The work of strangers. A survey of international labour migration”, Ginebra: International Labour Office. (7). Peter Stalker, op. cit. (8). Ed Blakely y William Goldsmith (1992) “Separate societies”, Philadelphia: Temple University Press. (9). Robert Bullard, Eugene Gribsby y Charles Lee (1994) “Residential apartheid: the American Legacy”, Los Ángeles: UCLA Center for Afro-American Studies.. (10). Ruth Peterson y Lauren Krivo (1993) “Racial Segregation and black urban homicide”, en “Social Forces”, 71. (11). Neuma Aguiar “Río de Janeiro plural: um guia para politicas sociais por genero e raça”, Río de Janeiro: IUPERJ, 1994. (12). Trevor Jones (1993) “Britain’s Ethnic Minorities”, Londres: Policy Studies Institute. (13). Consejo de Europa (1993) “Europe 1990-2000: Multiculturalism in the city, the integration of immigrants” Estrasburgo, Studies and Texts, n 25, Consejo de Europa, 1993. (14.) Consejo de Europa, op. cit. (15.) Sidney Goldstein (1993), en Kasarda y Parnell, op. cit. Linda Wong (1994) “China’s urban migranst-the public policy challenge”, in “Pacific Affairs”, v. 67. n3, otoo. (16).Linda Wong, op. cit. (17). Richard Kirkby (1985) “Urbanization in China”, Londres: Oxford University Press. (18). Lincoln Day y Ma Xia (eds,) “Migration and Urbanization in China”, Armonk, Nueva York: M.E. Sharpe, 1994. (19). Sidney Goldstein (1993), en Kasarda y Parnell, op. cit. (20). Lincoln Day y Ma Xia, op. cit. (21). Corner, 1994. (22). Martinotti, G. “Metropoli. La nuova morfologia sociale della citt”. Il Mulino, Bologna, 1993. (23). Consejo de Europa, op. cit. (24). Aleksandra Alund y Carl-Ulrik Schierup (1991) “Paradoxes of multiculturalism”, Aldershot: Avebury.

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