Elizabeth Neira es poeta y
performancista. Ha participado en encuentros de poesía y performance en Chile,
Perú, México, Brasil, Canadá y España. Ha publicado en antologías de Chile,
Argentina, Perú, México y España. Es autora de los poemarios “Abyecta” Al Margen
Editores, Santiago de Chile 2003, segunda edición por Editorial Limón Partido,
México DF 2006; tercera edición por Editorial Milena Cacerola, 2008, Buenos
Aires Argentina,“El soliloquio de la
Reina”, Editorial Junco & Capuli, Rosario Argentina 2004,
Hard Core Hotel, 2006, )el asunto( Editores, Buenos Aires, Argentina). Durante
el 2007 participó en la gestión de la
FLIA, Feria del Libro Independiente de Bb Aa. Ha desarrollado
la docencia en talleres literarios en México Chile y Argentina. Ha sido becaria
del Fondo para las Artes del Gobierno de Chile en dos oportunidades.
mas trabajos de la autor en:
contacto del autor: poesiaccion@gmail.com
Algunos apuntes sobre
nuevo pensamiento latinoamericano
Conferencia para las Primeras Jornadas del Nuevo Pensamiento
Latinoamericano
Universidad de Santiago de Chile
Abril 2012
(Texto aumentado y corregido por la autora)
Por Eli Neira
He anunciado mi participación en
este seminario como “apuntes” sobre nuevo pensamiento latinoamericano y la he
propuesto como un conversatorio más que como una conferencia ya que
el tema obliga a replantearse no sólo los discursos sino también las
formas en que legitimamos estos discursos, por ej una correctamente bien
escrita conferencia en un bonito auditórium universitario como éste. Razón por la cual propongo un conversatorio
digamos “especial”, elíptico si se quiere, donde podamos volver una y otra vez
al mismo tema, con digresiones, olvidos, arbitrariedades, interrupciones,
chistes fomes y otros que puedan ocurrir en el devenir del diálogo.
Porque lo primero es que si vamos
a hablar de América Latina tenemos que hacerlo desde la oralidad y sus
leyes, ¿De qué otra manera podríamos
hacerlo en un país donde la educación es un bien de consumo reservado para una
élite y en un continente donde históricamente se ha excluido a las grandes
mayorías de los discursos “cultos” y “de
la academia”?
Un continente además donde la
herencia prehispánica que es la cuna y raíz todo pensamiento latinoamericano,
ha persistido, resistido y trascendido
en el tiempo solapada justamente al interior del habla popular, en la
oralidad, muy lejos de la academia. Ya que sepámoslo, es en el mundo popular
donde nuestro ser latinoamericano reside por antonomasia, ya sea amalgamado,
transformado, travestido, politraumatizado si se quiere, pero ahí hay que ir a
buscarlo y no en los libros y mucho menos en una universidad europea o
norteamericana por muy buena voluntad e interés en el tema que éstas tengan.
Esa es al menos mi humilde opinión, sin intensión de ofender a nadie por
supuesto.
De la misma manera, si vamos a
hablar de América Latina tenemos que hacernos cargo de toda su historia, venas
abiertas y anemia incluida, lo que bien sabemos es una tarea descomunal.
Ahora bien, como tenemos que
empezar por alguna parte mi propuesta es empezar desde el único lugar desde el
cual puedo hablar con propiedad y ese lugar es el cuerpo, mi cuerpo y su
historia y como éste deviene finalmente (al menos en la opinión de los
organizadores que son los responsables de que yo esté aquí ) en la construcción
de una obra que busca, un poco a ciegas,
un poco a tontas y a locas, las pistas de este nuevo pensamiento
latinoamericano, del cual poco sabemos pero mucho intuimos y que por cierto no
tiene nada que ver con los Vargas Llosa y toda la manga de intelectuales de
derecha que se han adjudicado el tema.
Básicamente, creo yo, el nuevo
pensamiento latinoamericano es una pregunta por la identidad y como ésta, es
una pregunta sin una respuesta definitiva, sino que se refiere a un proceso,
del cual intentaré dar algunas señas.
¿Cómo llega uno a preguntarse por
el “nuevo pensamiento latinoamericano”?
Sencillo, por una insufrible incomodidad vital. El ser latinoamericano, también
llamado sujeto descentrado (en alguna parte leí que se nos llamaba así y me
gustó), nace, justamente descentrado, en el sentido de que nace desplazado de
los centros de poder (económicos y culturales); mestizo, en una tierra que aún
conserva los valores y las prácticas de una sociedad colonial esclavista con
claras divisiones entre dominador y dominado. Nace y crece en una sociedad
colonial esclavista que sin embargo está obligada por protocolo a parecer que
no lo es. Una sociedad que en virtud de la “democracia, la modernidad y los
negocios” ha naturalizado el abuso y las formas de la dominación en el extenso
ámbito de la realidad concreta y simbólica.
De esta manera el sujeto latinoamericano se busca inútilmente en un
espejo roto que no le devuelve más que una orden imposible de cumplir: “Deber
ser como no eres ni serás nunca, como nosotros los dominadores”. Basta mirar la
publicidad en nuestras calles para
percatarse del abismo que existe entre la realidad y el modelo aspiracional que
de manera totalitaria nos es impuesto desde todos los frentes y desde que
nacemos hasta el final de nuestros días.
Este monopolio de la
representación es celosamente salvaguardado por la totalidad de los agentes
culturales y sociales, familia, escuela, universidad, medios de comunicación,
iglesia y por supuesto el estado, sus instituciones y sus fuerzas coercitivas, policías y militares,
los que llegado el momento, lo sabemos, no dudarán en declarar la guerra y
criminalizar de todas las maneras posibles a quien ose romper este orden.
Estas características del sujeto
latinoamericano, tienen diferentes matices según las zonas geopolíticas dentro
del extenso territorio al que llamamos Latinoamérica, pero en general se conserva lo elemental, un
profundo malestar producto de la imposición de una vida, una identidad, una
economía, una fe y un pensamiento que no
nos pertenece y que es completamente ajeno a nuestra realidad, nuestra
historia, nuestra genética, nuestro paisaje y nuestras circunstancias.
Es como tratar de caminar con
esos jeans hechos a la medida de las gringas, (o peor aun de las chinas)
caderas angostas y piernas largas, cuando uno mide 1.53 cm de estatura y tiene
lo que un gringo llamaría “Un tremendo culo”, producto de múltiples cruces de
razas y de otros factores genético - ambientales.
Incomodidad similar a tener el peak de actividades en pleno
invierno cuando el ciclo natural vuelve a su punto 0, y todo en el ambiente, luz, temperatura,
estado de ánimo, etc, llama a descansar y quedarse en la casa. Desface que
sucede en estas tierras gracias a que vivimos según la calendarización del
hemisferio norte, el hemisferio dominante.
Ahora bien y en honor a la verdad
hay que decir que lo más natural y conveniente para el sujeto latinoamericano
por muy descentrado que se sienta, dado el estado de cosas, es aprender a vivir
con este malestar y con el tiempo convertirse en una especie de Frankenstein cultural, esquizofrénico pero
adaptado y funcional, que es como vive la mayoría de la gente decente.
La otra opción es ir en busca de
la epopeya identitaria, lo que sabemos no será fácil ni “barato”. La historia
nos enseña lo que les sucede en esta tierra a los “disidentes” de cualquier
tipo.
Pero veamos por un momento el proceso de este “sujeto descentrado” desde
el principio.
Como no se puede caminar por la
vida con zapatos prestados, en algún momento, el sujeto latinoamericano o
sujeto descentrado comienza a detectar
el motivo de su malestar, por perfectos y sofisticados que sean los
sistemas de dominación, la incomodidad,
como las señas de las razas que nos componen, no se borra con cloro.
Lo primero que tiende a hacer
este sujeto, desde ahora llamado “sujeto latinoamericano descentrado” luego de
identificar lo que no le pertenece, es proceder a deshacerse de ello y es allí
donde comienzan los primeros problemas. Bien porque sabemos que eso puede
tomarnos toda una vida y también porque
es algo que no le gustará a muchos. Por otro lado, ¿Cómo deshacernos de
lo que nos ha sido incrustado a la fuerza
desde hace siglos en nuestra cabeza y en nuestro árbol genealógico sin
sentir que perdemos una parte de nosotros mismos, de nuestra historia? Por
último, ¿Para qué hacerlo si eso nos acarreará un castigo social imposible de
medir en sus alcances?
Sin embargo el proceso ya se ha
iniciado. Se ha iniciado una transformación. Una vez que el sujeto
latinoamericano descentrado ha logrado identificar (valga de la redundancia) su
verdadera identidad, su Sat Nat como se diría en kundalini, (por lo tanto puede
ahora reconocer y reaccionar ante el abuso), se enfrenta a su entorno
transformado en una suerte de monstruo.
Es el cuco, el enemigo interno,
el hippie de mierda de la casa, el punki culiao, el borracho con caca en el
poto, la peste, el terrorista y el subversivo. En definitiva, la viva
encarnación de todo lo que debemos eliminar para ser un país desarrollado, una
familia feliz, un barrio tranquilo, una empresa eficiente y cae uno sin
querer en un problema político de
magnitud. Porque la identidad, créame,
es un asunto sumamente político.
Luego está la violencia. Cuando
la identidad se manifiesta en el sujeto latinoamericano descentrado, por su
puesto revolucionando el pensamiento y las acciones; Cuando eso sucede, cuando el verdadero ser
largamente silenciado se manifiesta, no lo hace pidiendo permiso, sino con
furia e impertinencia antisistémica. Y he aquí un nuevo y más profundo
problema.
Porque la identidad
latinoamericana tiene poderosos componentes antisistémicos (sin que uno jamás
haya pretendido semejante etiqueta).
Sólo para acotar el tema me referiré en adelante al caso chileno donde
la identidad está marcada por la fuerte
presencia mapuche en nuestra historia genética y política. Porque aunque
a muchos les desagrade, aquí en Chile, es un hecho que todos tenemos con mayor
o menor fuerza, sangre mapuche en
nuestras venas. Recordemos que este territorio, alejado y sin oro, se pobló a
fuerza de patadas y violaciones.
Entonces tenemos hasta aquí, que nuestros dioses siguen vivos, los guerreros, los weichafes regresan cada
cierto tiempo y nos recuerdan que somos hijos del sol y de la tierra. Aunque
tamaña guarrada pasada a hipismo sea difícil de escuchar en tan respetable
espacio.
Pero el hipismo, estimados
oyentes, ha existido en América Latina desde hace muuuucho tiempo, por lo que
si vamos a hablar de Americalatina, vamos a tener que hablar sin cuco de
dioses, weichafes, chamanes, Fidel Castro y la revolución cubana, Allende, el Che Guevara, drogas, marihuana, hongos, ayahuasca, peyote,
narcos, guerrillas, paramilitares, masacres, selva, devoción y virgencitas
entre otras delicias típicas de la zona. Y vamos a tener que hablar no
banalizando sino midiendo la verdadera fuerza de esta parte de la historia que
no queremos (muchas veces no podemos) ver.
Entonces y volviendo al tema que
hoy nos convoca, les decía que el nuevo pensamiento latinoamericano, como el
regreso de los guerreros, no le simpatiza nada al poderoso mundo de las
corporaciones y de los estados vasallos de esas corporaciones, por la sencilla
razón de que revive valores y formas de vida, formas de estar en el mundo, completamente
opuestas a los valores que el capitalismo ha intentado inyectar con desenfreno
en estas tierras.
Estos valores que definen al
sujeto latinoamericano ya no descentrado sino en proceso de centrado, se
refieren a sus orígenes y están asociados a la vida comunitaria de sus más
negados ancestros. En Chile será determinante la configuración de comunidades
autónomas sin unidad política más que en tiempos de guerra, que se dieron los
pueblos mapuches. La inexistencia del concepto de una autoridad central y
jerárquica (el estado), la ausencia del concepto de propiedad privada, la
concepción del hombre como parte inseparable de su comunidad y de la tierra, y
una cosmovisión basada en la mantención de los equilibrios, dificultan la
posibilidad de instalar en el disco duro de los
chilenos “en proceso de centrado”
los valores esenciales del capitalismo. La intuición de ese pasado
comunitario y mítico es como una roca, un tumor difícil de remover.
Ejemplo; Si mi existencia en este
mundo tiene valor solo en función de la comunidad a la cual pertenezco, en la
cual puedo confiar al menos en lo esencial, pertenencia y sobrevivencia, ¿Para
qué trabajar en acumular bienes?
Por otro lado, si soy un sujeto
cuya existencia está fuertemente arraigada a un sentimiento religioso, es decir
si tengo fe en algo, en lo que sea y esa fe le da sentido a mi vida, al dolor,
a la escasez, etc. ¿Para qué necesito comprar antidepresivos y convertirme en
un farmacodependiente cliente de los laboratorios?
Un punto que merece una conferencia
aparte es el fenómeno de la religiosidad latinoamericana. ¿Qué es la devoción
latinoamericana? Algo muy difícil de
explicar para quien mira de afuera.
Lo mismo sucede con la concepción
de la muerte, tan negada en la cultura occidental, tan cercana en nuestra
hermosa y sangrienta Latinoamericana. Porque la relación con la muerte es
también un asunto político y económico
(créanme). Sucede que nuestros pueblos prehispánicos, todos, tenían una muy estrecha relación con la
muerte, y una aguda consciencia de ella. La muerte estaba representada e
integrada a la experiencia de la cotidianidad de diversas formas, incluido el
sacrificio humano, que tanto espanto causó a los conquistadores.
Mi teoría es que esta intensa
relación vincular con la muerte le da otro sentido a la vida, otra intensidad,
donde la “acumulación capitalista” pierde sentido, pierde prioridad.
Y
ya para ir acotando el tema y pasar
pronto a las preguntas porque me parece que mi tiempo se acaba, veamos
el asunto de los equilibrios. El mundo indígena funciona a partir una compleja
y delicada red de equilibrios, donde a acción humana está íntimamente ligada
con los elementos del resto del universo. Es decir que la acción humana no es
concebida como una situación autónoma, aislada, acotada al sujeto de la acción,
sino como parte de una cadena de causas y consecuencias extendidas en el tiempo
cuyo desorden puede causar graves daños a la totalidad del entorno.
Tengo la convicción de que la
consciencia de estos equilibrios pulsa de manera inconsciente en todo nuestro
ser latinoamericano en proceso de centrado, condenado por el látigo a
romperlos. Es como si el sujeto latinoamericano, nosotros, guardáramos una
oscura y secreta memoria de las consecuencias de romper los equilibrios y por
eso nos cuesta tanto el “progreso capitalista”.
Ya que ¿Existe algo que atente de
manera más brutal contra todo equilibrio que la acumulación capitalista? Lo
dudo mucho. Bien podríamos decir que el capitalismo es una suerte de paradigma
del desequilibrio.
Asi que tenemos entonces, hoy en
día, en la era de la globalización a este nuevo sujeto latinoamericano teniendo
un nuevo pensamiento latinoamericano, en pleno proceso de centrado, entre la
espada y la pared, con una pulsión interna imposible de reprimir, acosado por los
poderes y por una economía que lo estrangula.
Incomprendido, probablemente cesante, endeudado, abandonado,
criminalizado, perseguido.
Es un lugar complica – dí – si -
mo, !!!
Sólo entendiendo esta angustiante
situación de encrucijada entre dos tiempos históricos, dos civilizaciones y dos
concepciones del hombre y del mundo, que
nunca se reconciliaron, creo yo, que recién podemos comenzar a conocer y a
construir un nuevo pensamiento latinoamericano y una nueva identidad
latinoamericana.
Lo cierto y lo bueno es que el
nuevo pensamiento latinoamericano y la construcción de una nueva identidad
latinoamericana, se está convirtiendo en un tema que cada vez suena más alto y
que estamos llamados a atender si queremos madurar como cultura y como pueblo. (Incluso creo yo que hasta es un buen
negocio!!!)
Creo honestamente que el
desarrollo del nuevo pensamiento latinoamericano puede ser un aporte, una
oportunidad, un escape, una salida al callejón sin salida y la inevitable
crisis de la civilización occidental y sus valores, que nos han llevado a una
economía monstruosa y una existencia de mierda en un mundo lleno de sicópatas.
Creo que mirar con atención nuestros orígenes nos haría muy bien y que encontraríamos ahí el remedio a muchos
de nuestros males actuales como sociedad y como individuos.
Creo también que la terrible
persecución y criminalización que han venido sufriendo nuestros pueblos
originarios en toda América latina pero muy especialmente en nuestro país,
recrudecida en los últimos años, obedece no sólo a una cuestión de antipatía
racial sino que tiene raíces políticas profundas. Al poder no le conviene que
conozcamos esos orígenes, esos valores comunitarios y que nos reconozcamos en
ellos. Al poder vasallo del capital internacional no le interesa ni le conviene
reflexionar acerca de estos temas. Pero a nosotros si. Por eso estamos aquí.
Esperando haber hecho una humilde
contribución a la reflexión sobre el nuevo pensamiento latinoamericano les dejo
entonces aquí algunas de mis reflexiones que espero poder ir profundizando en
futuros encuentros.
Me parece que ya podemos dar paso
a las preguntas, observaciones, insultos y otras manifestaciones.
(agradezco la generosidad de la autora en compartir y autorizar la publicación en este blog de su tan valioso e importante aporte al trabajo reflexivo sobre la realidad latinoamericana, la cual para este espacio constituye uno de sus principales campos de investigación e intervención )
No hay comentarios:
Publicar un comentario