lunes, 14 de noviembre de 2011

Entrevista a Eduardo Restrepo: Estudios culturales en Latinoamérica

¿Cómo llegaste a los estudios culturales y desde qué puntales tu práctica personal/académica/profesional puede inscribirse en este campo?
Llego a los estudios culturales porque cuando estoy en Chapel Hill me encuentro con una clase de Introducción a estudios culturales. Voy, simplemente porque me habían recomendado que el profesor era muy bueno… Voy a esa introducción a estudios culturales, es con Larry Grossberg, me parece maravillosa la clase y ahí empiezo a meterme con estudios culturales. Yo aquí en Colombia, antes de irme a hacer el doctorado, había leído a Stuart Hall, pero tenía una idea muy vaga de qué eran los estudios culturales, y sólo en Estados Unidos es donde me acerco a estudios culturales. Y para mí estudios culturales es Stuart Hall y es como esa corriente particular.

En Latinoamérica, la noción de qué constituye un trabajo en estudios culturales es todo menos unánime. Esto se ve tanto en los textos teóricos en torno al tema, como en las clases ofrecidas por los programas de Maestría y Doctorado en estudios culturalesde México para abajo. ¿Cuáles serían para vos los rasgos imprescindibles de un estudio o trabajo en estudios culturales en Latinoamérica? Y de paso, ¿cuál sería el carácter que los diferencia de los estudios culturales a la Birmingham y de los Cultural Studies, por nombrar sólo dos tendencias más?
Mirá, yo pienso que hay “estudios culturales”, no “estudios culturales latinoamericanos”. Y los estudios culturales tienen unos rasgos que pueden estar en Birmingham, en la China, en Estados Unidos o en América Latina. Y esos rasgos para mí son: 1) los estudios culturales son una modalidad de teoría crítica. Yo no me puedo imaginar unos estudios culturales que no sean teoría crítica.

¿Y qué entendés por teoría crítica?
Teoría crítica es aquella que piensa que el conocimiento no es para producir más conocimiento, sino que el conocimiento es para hacer intervenciones y transformaciones en el mundo. La teoría crítica también es aquella que cuestiona toda la teoría convencional de que es posible separar hechos de valores, y de que es posible entonces tener posiciones objetivas, neutrales; o sea, todo lo que se llama el positivismo en sus versiones múltiples. Entonces un rasgo fundamental de estudios culturales es que estudios culturales tiene que ver con una modalidad de teoría crítica. No toda la teoría crítica es estudios culturales, pero estudios culturales sí es una forma de teoría crítica.

¿Y esa forma está atravesada por el marxismo?….
No necesariamente, no necesariamente, pero yo no creo que es fácil pensar en el siglo XX, en el siglo XXI, sin un diálogo con el marxismo.

Bueno, entonces ese sería un elemento.

Los otros elementos que yo veo asociados, que definen la especificidad del proyecto de estudios culturales, tienen que ver con que es teoría crítica sobre, o a partir, o en relación con, la intersección entre lo cultural y lo político. Eso, para decirlo de otra manera, es pensar la cultura como un terreno de luchas por significados y esos significados constituyen el mundo, no son significados que están en el nivel de la superestructura o de la ideología, sino que producen materialidades. Entonces, ese es el segundo elemento. Para decirlo de manera simple: es la intersección, el cruce, la sutura entre cultura y poder. Ese es como el lugar específico donde los estudios culturarles encuentran un concepto de cultura y un concepto de poder que definen su problemática. Eso diferencia estudios culturales de estudios sobre la cultura, y diferencia estudios culturales de estudios sobre cultura y poder. Ese sería el segundo rasgo.

El tercer rasgo es que los estudios culturales no son una filosofía. Los estudios culturales no son una disquisición eminente o predominantemente teorética sobre el mundo desde genialidades que tratan de explicar en su coherencia de sistema el mundo, sino que los estudios culturales son estudios de lo concreto, de elementos, de amarres, de relaciones entre cultura y poder concretas…

¿En qué se diferencia eso del primer elemento?
Pues que el primero es pensando en abstracto el asunto de cómo entender el poder o cómo entender el poder en relación con la cultura. No es pensar en este lugar, para esta gente, en estas cosas, qué es lo que está pasando aquí, cómo se está dando…. O sea, los estudios culturales son empíricamente orientados.

¿Y por qué no admitir a partir de esa orientación empírica la existencia de diferencias en estudios culturales aquí o allá?¿Es decir, que así admitís un proyecto de estudios culturales que se manifiesta distinto en lugares distintos, precisamente por esa apropiación del medio…?
Claro, pero eso no significaría que eso se marque como latinoamericano. O sea, lo latinoamericano no existe, lo latinoamericano es un orientalismo… Yo creo que, y este es un elemento fundamental, los estudios culturales son contextuales. Estoy hablando de que son empíricamente orientados. El otro rasgo que no he mencionado es que son contextuales. Son contextuales en términos teóricos, en términos políticos, en términos de método. Lo que hace, por ejemplo, que sean contextuales en términos teóricos es que no es citar a Stuart Hall lo que hace que algo sea estudios culturales. No es… Lo que hace que los estudios culturales sean contextuales en términos de metodologías y de herramientas de investigación es que es un eclecticismo estratégico, o sea, puedes usar cualquier cosa. Y que sean contextuales en términos políticos significa que uno no sabe de antemano en un lugar concreto y en unas condiciones concretas cuáles son las posiciones progresistas y cuáles son las reaccionarias.

En ese sentido es difícil que respondás las preguntas que siguen en la entrevista [risas]
O sea, como para resumir, para mí los estudios culturales son un proyecto, y ese proyecto tiene unas características que no dependen de dónde se hacen. Esas características le dan la especificidad de lo que Stuart Hall denomina la voluntad política de los estudios culturales. Yo no me imagino unos estudios culturales que no tengan esa voluntad política o que no estén articulados de esta manera. No significa que los estudios culturales sea la única forma de articular voluntad política en la academia, no significa que sea la mejor, pero es una apuesta entre otras, que tiene ciertas trayectorias y ciertas elaboraciones.

Pero dicho así, parece que hablaras de un trabajo global… esa crítica que se les ha hecho de que obedecen un poco a la tendencia neoliberal de proponer proyectos incluso académicos como si fueran objeto de consumo: son algo que nace y después se agota o se renueva o se plantea desde otro puntal. Aunque entiendo que lo decís más bien por el lado de que hay una intención común…
Sí, pero la relación entre estudios culturales y globalización yo creo que hay que verla es por otro lado. Yo creo que los estudios culturales nacen de un intento y de una respuesta ante las transformaciones del mundo, y esas transformaciones alguna gente las llama globalización. O sea, yo no creo que los estudios culturales sean de un mundo distinto a este, y eso no los hace ni mejores ni peores, simplemente los estudios culturales son un proyecto particular para entender el mundo y yo creo que ese proyecto nace, obviamente, en transformaciones del mundo contemporáneo. Nace, en los años 50, con toda la posguerra, el momento de la posguerra y las transformaciones en el mundo. Por ejemplo, teoría crítica, escuela de Frankfurt, es un intento de responder a las transformaciones del mundo en los años 30, el ascenso del fascismo, industrias culturales entendidas como masificación, etc., etc. Estudios culturales, me parece a mí, nace marcado por los años 50-60, es un intento de producir un acercamiento no reduccionista para poder entender cosas que los modelos reduccionistas no permitían. Y eso obviamente está ligado a las transformaciones del mundo.

Los debates sobre estudios culturales desde Latinoamérica transparentan una oposición fuerte entre ciencias sociales y humanidades: es una lucha por ser reconocidas como inscritas en el campo o por desvincularse del mismo. ¿Hasta qué punto las ciencias sociales (antropología y sociología, principalmente) usan la etiqueta y el proyecto de estudios culturales para avalar un reposicionamiento suyo, un remozamiento de su propio trabajo estrictamente disciplinar? ¿Ves alguna vía para que los trabajos en estudios culturales producidos desde la crítica literaria, los estudios de la comunicación y los estudios visuales, incluso la historia y la filosofía,sean –y se lean–como algo más que “textualismo”, mera lectura de texto, simple práctica apolítica?
La relación de antropología y sociología con los estudios culturales en Latinoamérica es muy tensa. No solamente es de apropiación y de avalar el asunto, sino en general es de desconocimiento y de deseo de que desaparezca. Entonces no hay una relación muy armónica entre antropología, sociología y estudios culturales. En general es desarmónica y hay alguna gente desde antropología y sociología que reivindica estudios culturales, pero yo no diría que son la mayoría. Ese es un punto. Los que reivindican estudios culturales desde la antropología y la sociología en general están problematizando modelos convencionales de antropología y de sociología, pero no necesariamente la gente que trabaja con teoría contemporánea en antropología y sociología ve los estudios culturales con buenos ojos. Eso por un lado.

¿Y eso por qué?
Yo creo que los estudios culturales son un gran malentendido. Yo creo que en América Latina, o en diferentes partes de América Latina, la relación que hay con los estudios culturales es una relación de mucho escozor, de mucha tensión, porque se les asocia y se les atribuyen cosas que ellos no son… Hay muchos miedos y muchos imaginarios respecto a los estudios culturales y también muchos imaginarios y muchas seducciones o embrujos que realmente no son.

Entonces, ese primer elemento que el asunto es más de tensión. Por ejemplo, aquí en la universidad Javeriana, con excepción de dos o tres, piensan que los estudios culturales son el diablo. Eso por un lado. Ahora, con estudios literarios, con visuales… yo entiendo que los estudios literarios no son textualismo, necesariamente, pero también entiendo que mucho del textualismo que se hace, se hace desde los estudios literarios. Yo sé que eso es una pelea que ustedes tienen adentro, entre la gente que parece tener el canon, que son los que están haciendo textualismo y que plantean alta cultura, estetización del mundo, etc., etc., y siento que hay unas corrientes desde hace muchos años que son de teoría crítica por un lado (ahí está la Nelly [Richard]), o que son de pensar el texto en relación con la historia o en relación con el momento social, etcetc. Eso lo entiendo, ¿sí?

Ahora, la reacción fuerte de alguna gente tiene que ver con el hecho de cómo los estudios culturales se hacen y se piensan en Estados Unidos, que no es todos los Estados Unidos, pero yo considero que los estudios culturales han perdido mucho de credibilidad en el mundo porque se han ligado a lo políticamente correcto y a la concepción bastante ligera de análisis cultural y una concepción bastante banal de política que circula como corriente común en el establecimiento estadounidense.

¿A qué necesidad social responden hoy en día los estudios culturales en Bogotá, en concreto, y en Latinoamérica, pensada como encuadre geográfico, en líneas más generales?
En Bogotá, a ninguna. En Bogotá lo que hay es un mercado de instituciones que piensan los posgrados de estudios culturales como un lugar o un nicho donde pueden formar estudiantes y estudiantes-clientes, pero los estudios culturales están por ser construidos en Bogotá. Y en Colombia. Eso no significa que no se haya hecho mucho trabajo crítico y político desde antropología, desde sociología (no toda la antropología, no toda la sociología), pero yo pienso que los estudios culturales son un proyecto por construir, no un hecho dado. Y lo que yo veo es fundamentalmente un mercantilismo, y un desconocimiento, una ignorancia y un valgaguevismo, un meimportaculismo con lo que puede ser estudios culturales. Realmente, en Bogotá la gente no sabe de qué está hablando cuando habla de estudios culturales y lo peor es que le importa un bledo. Y cuando digo la gente es el grueso de la gente que está haciendo estudios culturales. Yo pienso que hay mucho oportunismo, pienso que es una cosa que podría ser interesante, y creo que por lo único que valen la pena los estudios culturales es por las peleas que se pueden dar ahí, pero no porque ahora se esté haciendo algo interesante.

¿Y en Latinoamérica? ¿En otros países?
No sé… No me atrevería a decir.

Pensándolo ya no desde ese puntal oportunista del mercadeo, sino desde la relación de la academia con los estudios culturales en sí, ¿es necesaria la institucionalización de los estudios culturales actualmente en Latinoamérica? ¿Cuáles serían sus ventajas?
Yo creo que es un hecho la institucionalización. Ahora, que es algo favorable o desfavorable, yo creo que tiene las dos cosas. Es favorable porque es posible orientar ciertos recursos y porque es posible consolidar un lugar (pero no considero que ahora lo son) de irreverencia frente a lo que es la academia más convencional. Yo creo que los estudios culturales pueden ser una trinchera de problematización y de denuncia de la elitización de la academia, de problematización y de denuncia de lo que se está consolidando como las políticas de ciencia y tecnología, de problematización y de denuncia del aburguesamiento y la elitización del conocimiento académico. Pero pienso que es una gran desventaja porque están en universidades de élite y porque los estudiantes llegan pensando en tener un título y los profesores están dando una clase y ya. Entonces ya se pierde el horizonte y la razón de lo que podrían constituir.

A las dos preguntas siguientes creo que ya has respondido en parte, pero te las hago de todos modos por si querés agregar algo. Primero, si el proyecto de estudios culturales en Latinoamérica pretende provocar transformaciones sociales,¿cómo están sorteando el aislamiento de la universidad para tener impacto social directo? Es decir, ¿cómo están yendo más allá de producir un texto que suele quedarse entre las paredes de un claustro o entre las tapas de una revista especializada?
Nosotros no estamos haciendo nada.

Y segundo: ¿qué dificultades plantea metodológicamente la enseñanza de los estudios culturales en Latinoamérica, idealmente. Ya has dicho que está socavada de entrada por el oportunismo y también seguro por la malformación de los profesores? ¿Es factible y conducente un programa de pregrado en este campo? ¿Es necesario?
Mirá, yo pienso que uno debe enseñar estudios culturales haciendo estudios culturales, y yo creo que eso implica tener una lectura bastante irreverente frente a la autoridad, y debe implicar una seducción y un reto a los estudiantes para que traten de pensar de otras maneras y que les duela más el mundo de lo que les duele en este momento. Entonces, para mí una clase de estudios culturales es un ejercicio de estudios culturales...

Tan bonito eso…
El punto es lograrlo, pero yo creo que eso… o sea la relación de autoridad con los estudiantes, el proyecto político que está en juego y todo, ahí debería estar. Ahora, yo pienso que un pregrado sería muy útil, y yo siempre he querido armar pregrados de estudios culturales porque yo creo que un pregrado de estudios culturales sería un nombre que todavía no está marcado para

¿Existe alguno ahora…?
No, que yo sepa. Pero sería un nombre para formar buenos antropólogos, porque los pregrados de antropología forman malos antropólogos…, para formar buenos historiadores…

Y buenos sociólogos… [Risas]
Sí, y sociólogos, sí, porque con tanta mierda que les enseñan en esos programas…

Pero mirá, lo que me preocupa ahí es la cosa disciplinar, porque ¿cómo hacer un pregrado sobre algo que no es disciplinar…?
Pues claro que son disciplinares los estudios culturales. ¿quién te dijo a vos que no son? [Risas] Ellos plantean en su discurso que son inter o transdisciplinares y eso se entiende porque buscan explicaciones a la cultura que no son exclusivamente culturalistas; por lo tanto tienen que implicar otro tipo de elaboraciones. Entonces, por su naturaleza, no puede haber explicaciones de un solo corte: culturalistas, o economicistas o psicologicistas en los estudios culturales. Eso es como se entiende lo transdisciplinario. Pero si uno va más allá de ese discurso, que es un discurso digamos de orden epistémico, si vos vas a las prácticas institucionales, o sea, una disciplina es también un conjunto de prácticas, de instituciones, de subjetividades, de normalizaciones institucionales, de tradiciones, y los estudios culturales, gústeles o no, son disciplinarios. Me gustaría mucho que no fueran, pero es un hecho que en el contexto de su institucionalización, los estudios culturales son cada vez más disciplinarios.

Los programas universitarios de estudios culturales que se van configurando en Latinoamérica se apoyan en fundamentos en apariencia muy disímiles, a juzgar por las clases que programan. ¿A qué se debe esto? ¿Cuál es el factor común de todos esos programas?
Yo creo que las diferencias se deben a las trayectorias de la gente que está ahí. Yo creo que los estudios culturales han permitido, cuando se institucionalizan, que la gente que hace filosofía siga haciendo filosofía en estudios culturales, que la gente que hace antropología siga haciendo antropología en estudios culturales, que la gente que hace literatura siga haciendo literatura en estudios culturales. Entonces, cuando vos ves el programa de la Universidad de los Andes, vos ves que eso es teoría literaria, en el mejor de los casos teoría literaria comparada. Yo dudaría que teoría crítica literaria, o sea, ya eso no me lo esperaría de la Universidad de los Andes. Cuando ves el de la Nacional vos te encontrás más con unos estudios culturales que son teoría social y cultural contemporánea. O sea, son antropólogos y sociólogos y algunos artistas, de artes, que piensan que estudios culturales son estudios subalternos, teoría poscolonial, o sea, hay una equivalencia entre teoría social y cultural, incluso crítica, contemporánea, con estudios culturales. Aquí en la Javeriana hay como diferentes tendencias, incluso yo creo que en la Javeriana todavía no es muy claro. Hay momentos… Al principio, cuando estaba Santiago [Castro] dirigiendo el programa, estuvo marcado por teoría poscolonial, sobre todo como tirando hacia lo de modernidad-colonialidad, y algo de filosofía contemporánea, en particular Deleuze y algo de pos-marxismo como Negri y Hardt. Después, cuando estuve yo, y llegó Víctor Manuel Rodríguez ahí intentamos meterle a Stuart Hall, un poquito, y ahora con Marta [Cabrera] ella es como estudios visuales, pero realmente no sé qué es lo que hay ahí detrás de Marta en términos de…

¿Estudios de género? Porque las clases que se ofrecen ahora… la Butler…
Ah, pero eso siempre ha estado, siempre ha estado, desde el principio incluso. Primero estuvo Cloe [Rutter] y ahora está Richard [Tamayo]… sí, género siempre ha estado…
Pero en todo caso, aquí yo no creo que todavía haya una corriente clara, aunque me gustaría llamarla más crítica y, me parece a mí, con más preocupación por qué diablos son los estudios culturales, con un poquito más de conversación sobre eso…

Decís que te gustaría que eso fuera así…
Yo creo que lo hay, aunque eso no significa que hayamos logrado muchas cosas.

Decís que tiene que ver con la trayectoria de la gente que entra a dirigir los programas, ¿y no pensás que tiene que ver también con las demandas…?
No, porque estudios culturales es un significante tan vacío, que ahí cabe cualquier cosa.
No, en Quito, es precisamente la influencia de Catherine, que está re-casada con modernidad-colonialidad

¿Distinguís entre estudios culturales y prácticas intelectuales en cultura y poder (siguiendo a Daniel Mato )? ¿Cómo altera o afecta esa distinción la enseñabilidad o no de los estudios culturales en Latinoamérica?
Yo creo que Daniel tiene toda la razón ahí. Creo que Daniel tiene la razón en varias cosas. Uno, en criticar Cultural Studies como una geopolítica del conocimiento y como colonialismo intelectual. En eso tiene toda la razón él. Él tiene toda la razón en que las dinámicas intelectuales en América Latina que han abordado la relación entre lo cultural y lo político no se pueden encasillar en Cultural Studies y que trascienden la universidad, trascienden la academia, tienen una dinámica y una riqueza que todavía no tenemos la conciencia de hasta dónde ha llegado eso. Nosotros tenemos ciertas lucecitas, por ejemplo con lo de la IAP, ciertas lucecitas con el trabajo de cierta gente, pero eso es un universo completamente oscurecido. Hay un estilo de trabajo o hubo un estilo de trabajo que cada vez más se pierde de los intelectuales, que cada vez más son profesionales y nos estamos llenando de títulos de tugurio, de puros cartones, como decía un amigo mío la otra vez. Pero en todo caso, yo sí estoy de acuerdo con Daniel ahí. Con lo que yo no estoy de acuerdo con Daniel es en que entonces hay que abandonarle a la derecha o al textualismo o a los niños formados en Estados Unidos que no están preocupándose por esto, los estudios culturales. Yo creo que los estudios culturales son un hecho. O sea, no es asunto que a nosotros nos toca decidir si vamosa meter estudios culturales en América Latina o no. A mí me parece que estudios culturales es un terreno de disputa como lo es la antropología, como lo es la historia, y me parece que nuestro lugar ahí es tratar de implosionar las lecturas cómodas y las lecturas textualistas, y las lecturas profundamente de colonialismo intelectual que están inmersas en eso. Ojalá en algún momento pudiéramos abandonar estudios culturales, que no tuviéramos que hablar de eso.

Que no tuviéramos que hablar de eso en términos de definición, caracterización, teoría…
Exacto.

Eso no responde cómo altera eso que se pueda enseñar o no. O sea, ¿cuándo ya se sobrepase la pugna teórica, cuando se solidifique casi la noción…?
Yo creo que lo que hay es una disputa política de qué es lo que significa eso en América Latina. Y yo creo que una opción es mandar eso al carajo ya, y otra opción, que es la que me parece que coge Daniel, que es decir “eso no vale la pena y hay que tratar de evidenciar el colonialismo intelectual que implica y tratar de volver sobre las prácticas o visualizar las prácticas intelectuales que nos han definido desde hace mucho tiempo… esa es como la opción de Daniel y me parece legítima, me parece muy buena opción. Lo que yo digo es que por ejemplo frente a las Maestrías que hay en Bogotá, estudios culturales en la Nacional, en Los Andes, y en la Javeriana, que no son una decisión que nos tocaron a nosotros, es un asunto que estaba ya montado. Entonces en ese terreno hay que dar ya ciertas disputas para que no le quede tan fácil a una gente hablar desde estudios culturales tan impunemente. O sea, ser un pain in the ass… [risas]

Pese a los cada vez más numerosos eventos y programas académicos en torno a los estudios culturales en Latinoamérica, es difícil encontrar publicaciones de investigaciones concretas autodenominadas “estudios culturales”. Este rótulo casi siempre se debe a las editoriales, a la disposición o conocimiento del lector o al contexto institucional en que surgen. ¿Podrías hacer una lista de textos en estudios culturales desde Latinoamérica que sirviera de referencia a los novatos y a los no novatos en el área? Pienso un poquito en las clases, también y en las dificultades que hay para encontrar textos que correspondan…
En estricto sentido no existe nada [risas]. No, de verdad, eso lo pienso.

¿Y en Latinoamérica?
Pues que yo conozca, no. O sea, yo conozco elaboraciones teóricas muy interesantes…

No, no es teoría lo que pregunto…
Por eso, a eso me refiero. O sea, textos que pongan en evidencia… un Policing the Crisis , no. O un asunto como el de subcultura, de Hebdige, no. O algo como el de Crossfire de Larry Grossberg sobre los niños, no. Yo veo trabajos muy disciplinados, en términos de esto se hace desde la antropología o desde la historia, poco heterodoxos en términos de las metodologías, que es lo que yo esperaría en una cosa de estudios culturales. Mucha diarrea teórica en unos textos, realmente no, pura diarrea teórica [risas], con unos casos donde esa diarrea teórica sobre los casos es pura violencia epistémica… pero lo que se empieza a hacer de estudios culturales yo no lo buscaría en los textos. Yo creo que lo que se empiece a hacer de estudios culturales van a ser las intervenciones que se empiecen a derivar de la gente que está estudiando estudios culturales. Tal vez en las tesis se pueden empezar a ver cosas, ¿cierto? Pero de estudios culturales, estudios culturales… yo no encuentro. Encuentro textos que son muy cercanos a estudios culturales: el trabajo de Ingrid Bolívar de Discursos emocionales , me parece que eso es… aunque ella no lo enuncia desde estudios culturales. Ella no está pensando en que está haciendo un trabajo de estudios culturales. Yo lo que digo es que si estudios culturales son una intervención entonces los textos no serían el límite de la intervención.

Se va haciendo lugar común inscribirse en una genealogía de estudios culturales latinoamericanos avant la lettre. ¿Cuál es tu postura respecto a la relación de los estudios culturales en Latinoamérica con el ensayismo latinoamericano? ¿A quiénes crees que citan cuando lo mencionan? ¿Qué características de esa tradición crítico-literaria rescatan y reviven?
El ensayismo latinoamericano… yo creo que hay cosas ahí muy valiosas y hay cosas que no lo son tanto. Esa es una forma de argumentación totalmente distinta al paper, eso sí no le busque. Incluso una modalidad de pensamiento distinta al paper. Pero yo no creo que por ese formato en sí sea algo valioso.

¿Estás pensando en los argumentos de Nelly Richard sobre que si hacemos estudios culturales y eso es una ruptura en todos los planos, debía ser una ruptura también a nivel del texto…?
Sí, podría ser. Lo que yo estoy pensando es que… yo no diría que los ensayistas latinoamericanos son estudios culturales. Yo creo que son expresión de una manera de argumentar y una manera de hacer política en América Latina. Que tienen que ver con cuestiones que nosotros llamamos “culturales”, sí, o incluso algunos de ellos llamaron “culturales”, sí, pero yo no estoy dispuesto a abrir estudios culturales de tal forma que tantas cosas quepan y por lo tanto se pierde como su singularidad y su especificidad. Yo sé que otra gente sí. Lo que a mí sí me parece muy complicado es cómo se lee desde Estados Unidos, por lo de Area Studies, cómo desde ese nicho se lee a toda la gente que trabaja en América Latina como estudios culturales latinoamericanos. A mí eso sí me parece un acto irresponsable y me parece un acto típicamente estadounidense de arrojar nombres y etiquetas, y poniendo nombres y etiquetas entonces solucionan el problema. O sea los estadounidenses en la academia tienen una característica que no creo que exista en otros lugares y es el name dropping: lanzar etiquetas para adjetivar y para definir y taxonomizar las cosas y por lo tanto pensar que el mundo las sigue. Entonces, yo estaría mucho más encabronado que García Canclini y Barbero si a mí me ponen como estudios culturales latinoamericanos, además porque entre ellos no puede ser estudios culturales a secas sino que tienen que ser estudios culturales latinoamericanos, porque los únicos estudios culturales en general son los que hacen ellos y los que hacen en Gran Bretaña. Y porque me parece que es una ignorancia impresionante con respecto a las dinámicas, problemáticas, preguntas que la gente ha tenido aquí. Yo creo que estudios culturales en América Latina es un asunto de ahora. Punto. O sea, de los noventa para acá y tiene que ver con una problemática: así como el marxismo fue fecundo en América Latina de unas formas, yo pienso que estudios culturales viene de afuera y es fecundo, puede ser fecundo o puede ser una mierda, como lo fue el marxismo también, dependiendo…

Entiendo bien, pero sólo por curiosidad, Eduardo, ¿a quiénes creés que están citando cuando dicen eso, cuando hablan del ensayismo?
Ah, están pensando en Arguedas, Mariátegui… están pensando en Rama, en un montón de gente… eso es lo que yo pienso. O por ejemplo, la forma de argumentar hasta hace poco de Quijano: grandes textos sin introducción, sin citas, es una reflexión macro que va y viene… es barroca en su elaboración, es muy barroca. O sea, con arabescos impresionantes…

No me parece…
Bueno, entonces debe ser que yo tengo en la cabeza unos. Yo tengo en la cabeza como esos literatos que no necesariamente se formaron en literatura, gente de sociología o historiadores que daban cuenta de asuntos gruesos de su sociedad como el problema del indio o el asunto del estado o esas cosas.

¿Y vos te definís como barroco? ¿Tu prosa se define como barroca?
Mi prosa se define como ilegible [Risas] porque yo no he aprendido a escribir.

Además de Jesús Martín-Barbero, García Canclini y Renato Ortiz, autores a los que se suele citar como representantes de los estudios culturales latinoamericanos, ¿quiénes más integran ese paradigma desde tu perspectiva?
Yo diría Nelly Richard, por supuesto. Yo diría Claudia Briones, por supuesto. Yo diría Alejandro Grimson, por supuesto. Yo diría Víctor Vich, por supuesto. Yo diría… quién más… aquí en Colombia, tal vez Santiago Castro. Tal vez. Pues, hay como una generación más nueva, más reciente… estaría Juan Ricardo Aparicio. En México… es que son muy antropólogos… estaría el García Canclini pero ya lo has mencionado. No sé si Beatriz Sarlo, porque a mí Beatriz sí me parece mucho literatura, a diferencia de Nelly.

¿Y la Catherine Walsh?
No, Catherine no es estudios culturales, ella es modernidad/colonialidad. !Sabes que no se me ocurren más…!

¿La gente que está en la red de Clacso…?
Ya los mencioné a todos

¿Daniel Mato?
Pero él no, yo no lo pongo a él en estudios culturales. Mejor dicho, me busca y me pega [risas]. Y por ejemplo, Alejandro tampoco se siente cómodo con la etiqueta. Nelly, a veces, a veces no. O sea, la gente que mencioné que se siente cómoda con la etiqueta: Víctor, y pare de contar.

Uno está dispuesto a admitir que el nombre no es tan importante, pero pensando en lo que decías al principio de la disciplinariedad, de que eso pasa de hecho por discursos
Producción de sujeto, disciplinación, claro…

Entonces… hablando de los linderos disciplinares y de la similitud de proyectos en varios campos disciplinares hoy en día en Latinoamérica (pienso en el texto de Flórez-Malagón ), ¿cuáles son, en tu opinión, los bordes entre estudios culturales y estudios de género, estudios de la poscolonialidad y estudios de la subalternidad aquí, en especial teniendo en cuenta los lazos de esas tres tendencias con los estudios literarios y los estudios visuales latinoamericanos? ¿Dónde se tocan esos proyectos, cómo se entrecruzan? ¿Son ya en sí estudios culturales?
Yo pienso que el hecho de que los estudios culturales se apropien del marxismo no significa que los estudios culturales sean marxistas. O que sea marxismo. Por supuesto que ahí hay una influencia del marxismo, de Gramsci en particular, de cierto Marx, de algunas elaboraciones de Althusser, pero eso no hace que sea marxismo. Lo mismo pienso yo con estudios de género, con estudios subalternos, con todo esto…. O sea, son proyectos todos esos, teoría crítica, modalidades críticas, tienen objetos muy muy concretos, algunos de ellos muy relacionados con estudios culturales, tienen que ver con relaciones de poder, con significados, etc, etc, pero yo pienso que hay una especificidad, y es que yo puedo hacer estudios culturales que tengan por problema el asunto de las inequidades o el asunto de la producción de género en algún contexto. Yo creo que la diferencia es lo que en estudios culturales se denomina contextualismo radical. El contextualismo es lo que diferencia a los estudios culturales de estudios de género, de estudios subalternos, porque si yo pienso al género en sí mismo estoy haciendo estudios de género, pero si yo pienso al género como una articulación de una cosa distinta, estoy haciendo estudios culturales. Es lo que decía Stuart Hall con el ejemplo de Policingthe Crisis: si yo pienso cómo se produce la racializaciónde los negros en Gran Bretaña yo estoy haciendo estudios negros, pero cuando yo pienso eso en relación con la emergencia del pánico moral y la consolidación del tatcherismo y los conservadores estoy haciendo estudios culturales. Entonces es cómo pienso yo los problemas —alguna gente llama eso contextualismo radical— lo que define la especificidad de los estudios culturales frente a estudios subalternos, estudios de género u otra cualquier problemática.

En ese sentido, Eduardo, pensando en el ejemplo que citás antes, esa tensión entre Cultural Studies y estudios culturales que mencionaste hablando de Mato, que estaba implícita en lo que decías, me parece a mí que invisibiliza prácticas y análisis que por la manera como entrecruzan las problemáticas: raza, género, clase, con cuestiones de cultura y poder en Estados Unidos, evocan claramente el ideal del trabajo del campo en Latinoamérica, y que entre esas prácticas me parece a mí sobresalen el performance artístico de corte político, incluso en Latinoamérica, los estudios lesbigays para Latinoamérica pero también en los cubanoamericanos que hacen cosas muy muy interesantes…

…Esos, más los trabajos de los chicanos… pensando en eso, algunos autores (y pienso en Yúdice ) han abogado recientemente porque esas tendencias de trabajo y esa geopolítica sean incorporadas al campo de los estudios culturales en Latinoamérica. Entonces ¿cómo entendés ese problema? Acabás de hablar de que esos estudios de género se tocan con estudios culturales, se pueden tocar, pero en este caso…
Lo que pienso con géneroes que los estudios culturales se apropian de la teoría producida por teoría queer, teoría feminista… se los apropian, porque los estudios culturales no están definidos por una teoría, y tampoco están definidos por una temática. Lo que define a los estudios culturales es la manera particular como abordan las cosas. Entonces, con respecto a este performance, o a estas cosas como instalaciones, etc., etc., yo puedo ver cómo una instalación puede ser una intervención de estudios culturales pero no creo que una instalación por sí misma sea estudios culturales, porque es el encuadre particular de los estudios culturales, eso es un encuadre que implica un proyecto político determinado que no es ni anti-academicista ni anti-teoricista, no es relativismo cultural sino que es una idea de que la teoría importa… y no tiene que ser la teoría de Hall, puede ser cualquier teoría.

¿Cuáles son los problemas y las dificultades en términos de investigación y metodología a que se ve enfrentado un practicante de estudios culturales en Latinoamérica?
Todos. Porque no saben qué son, primero que todo. O sea, yo ahora que estoy dictando Proyecto de tesis, veo que es una gran dificultad para ellos y para uno establecer una ruta que uno todavía no conoce.

Eduardo, vos decís: no hay o no responden a una necesidad social los estudios culturales hoy en día por la forma como se han propuesto
Por el mercado, responden al mercado

Eso… pero si respondieran… ¿a qué deberían responder?
A la revolución… [risas]. Sí…, no te estoy mamando gallo. La revolución como metáfora de intervenciones concretas. La intervención es el rasgo distintivo más importante de los estudios culturales. No pueden existir estudios culturales sin intervención ya que es en ésta que se materializa su voluntad política. Ahora bien, intervención no es reemplazar el ejercicio intelectual serio por un activismo celebratorio de las márgenes y subalternizaciones. No es populismo académico, ni diluir la especificidad y la importancia de la teoría en un relativismo epistémico del todo vale, sobre todo cuando es enunciado desde ciertos lugares y por ciertos actores. Intervención la entiendo como praxis, esto es, una práctica orientada teóricamente hacia la transformación. Esta transformación, sin embargo, no es la de la Revolución (con mayúscula inicial), no es la de una teorización totalitaria del lugar de la vanguardia o del profeta. Intervención que puede operar en tres planos, y a veces en varios de ellos al tiempo. En el plano de la interrupción de ciertos amarres concretos del sentido común y de los imaginarios colectivos referidos a la intercepción entre las practicas significativas y las relaciones de poder. Interrumpir, entonces, las articulaciones de la explotación, dominación y sujeción que se naturalizan y que operan en tanto no pensables pero desde donde se piensa. Un segundo plano, son las intervenciones como acciones derivadas de investigaciones concretas sobre las relaciones de poder localizadas que lo involucran a uno mismo como sujeto, pero que no se limitan a la subjetividad individual ni se quedan necesariamente en lo local. En este plano, no es una intervención a nombre de otros irreductibles y distantes (marginalizados, subalternizados) sino desde las molestias existenciales del sí en relación con otros significativos. Finalmente, intervención en el sentido de propiciar los insumos teóricos contextualmente basados para las transformaciones estructurales y las luchas anticapitalitas.

[se quedaron por fuera estas. Por si te apetece ]
• Situados en la polémica sobre trans/inter o multidisciplinariedad de los estudios culturales, ¿cuál de esos prefijos usas, y cómo eso define una práctica para los estudios culturales? ¿Qué obstáculos o ventajas plantean uno u otro para un programa de estudios culturales, en el plano de la metodología de enseñanza y en el de la metodología de la investigación?

La transdiciplinariedad (la interdisciplinariedad o la nodisciplinariedad, dependiendo de las inflexiones teóricas de quien argumente) es cada vez más un lugar común en las retoricas de los practicantes de los estudios culturales, pero es algo sobre lo que muchos no tienen mayor claridad. Se limitan a imaginar los estudios culturales como un más allá, como una superación de las disciplinas muchas veces con el argumento realista de que ante un mundo tan complejo y globalizado los objetos de las disciplinas son parciales. Se confunden los objetos disciplinarios con una parcela de la realidad e imaginan, entonces, la transdisciplinariedad como una perspectiva más abarcadora porque ‘incluye’ o ‘articula’ diferentes objetos. Esta candidez epistémica, va de la mano con una arrogancia y desconocimiento de las disciplinas que dicen superar (y que mandan a recoger de un plumazo), así como de un cerramiento disciplinante de los estudios culturales centrado en unos autores, temáticas y retóricas que devienen en cánones.

• ¿Es lícito enumerar temas urgentes para los estudios culturales en Colombia hoy en día?

Por supuesto. Y a mí manera de ver se puede pensar no solo para Colombia sino también para la región. Las problemáticas locales más relevantes para ser abordadas desde los estudios culturales se refieren a la paramilitarización del imaginario colectivo en Colombia y su articulación a la hegemonía (en el sentido gramsciano) de la nueva derecha. En términos regionales, dos de las problemáticas que deben ser pensadas críticamente desde los estudios culturales son el giro multicultural y las políticas de la identidad, así como el corrimiento a la izquierda y a la descolonización. Igualmente importante en términos regionales es la transformación del sentido común y del establecimiento académico naturalizando prácticas y criterios supuestamente de internacionalización, pero que en últimas se encuentra posicionando ciertas geopolíticas del conocimiento.

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